viernes, 26 de octubre de 2007

LA CRÍTICA

Familia colateral ***1/2

Debo reconocer que no siempre estoy inspirado en las críticas, que hay películas con las que los escritos me salen automáticamente y otras con las que no sé por donde comenzar a analizar. No es que las primeras sean mejores que las segundas, ni viceversa, es una simple cuestión de desarme de argumentos a la hora de alabar o deleznar un film.

Me ocurrió con “Muerde el ladrillo”, y ha vuelto a pasarme con “Familia colateral”. Desestructuraciones familares y familias alternativas hay muchas, y si no que se lo pregunten a los Corleone o los Addams, pero pocas veces con tanto humor negro y mala baba como en el segundo mediometraje (más corto que el anterior pero igualmente medio) de Manuel Ortega Lasaga. Por su media hora siguen pululando los más variopintos personajes, las más hilarantes situaciones, pero en esta ocasión con un mayor nivel de realización y planificación, sin por ello perder ese toque de cine experimental e improvisado que destilaba su debut.

Familia colateral nos habla no sólo de cómo un chaval acaba descubriendo el amor incondicional y casi de reality show macabro (ese abrazo entre el protagonista y Nico con banda sonora in crescendo es impagable) en otra pecualiar familia más normal que la suya propia, sino también de múltiples tramas colaterales, mezcladas con la principal. Así, vemos desvíos del argumento principal como el imborrable cameo de un Carlos Iglesias que anima al público a comprar entradas de “Un franco, 14 pesetas” en la misma entrada de un cine.

Lo primero que debe hacerse para disfrutar de “Familia colateral” es olvidarse de “Muerde el ladrillo”, no establecer comparaciones. Cierto es que le falta ese no sé qué que convertía al ladrillo en el remedio esencial de las crisis humanas, que no cuenta con Carlos Miyagi Ortega como gurú espiritual, pero la propuesta no deja de ser original y divertida. En lo que sí gana es en realización y sobre todo en ese sentido del humor tan negro que a veces hace sangre, el mismo sentido del humor que destila su sorprendente desenlace y algún que otro comentario acerca del trabajo del crítico cinematográfico con el que no dejo de estar de acuerdo.

Estamos ante el segundo desfile de infraurbanistas en mediometraje de la carrera de Lasaga -atención a la gran Loli García y al ya imprescindible Cristian Ortega-, ante la confirmación de que debe seguir adelante, ante una película tan bien construida como contada, con tantas ramas colaterales que incluso se ocultan en lo más oscuro de cada plano -¿qué lleva en las manos Loli García cuando vuelve a su casa?-. Y para terminar una mención especial a Jesusito, sin el cual no habría historia y al que esperamos ver aunque sea fugazmente en posteriores trabajos. Esta crítica no alcanza a satisfacer en palabras las sensaciones que el trabajo del director comienza a dejar en mí. Me pregunto por qué será.

A favor: un nivel de puesta en escena mayor y su macabro sentido del humor
En contra:
verla pensando en "Muerde el ladrillo"

Título original: "Familia colateral"; Año: 2007; Nacionalidad: España; Duración: 30 minutos; Dirección, producción, guión, montaje, ...: Manuel Ortega Lasaga; Intérpretes: Cristian Ortega, Loli García, Nico Gutiérrez, Carlos Iglesias, Jesusito

lunes, 15 de octubre de 2007

LA CRÍTICA

El orfanato ***1/2

Alejandro Amenábar ya nos avisaba en su aventajada ópera prima “Tesis” que el cine es una gran industria de hacer dinero, una industria que debe dar al público lo que quiere y que el cine español alcanzará el éxito que tanto busca sólo cuando comience a pensar en términos de industria. Si analizamos el cine americano reciente no vemos más que nuevas vueltas de tuerca a viejas películas, al trabajo de otros en forma de referentes calcados y explotados hasta la saciedad en las secuelas.

Dicho esto podría pensarse que el perfecto mainstream nacional será aquel que venda su alma al diablo en pos del dinero. Nada más lejos de la realidad. Amenábar hasta ahora ha saboreado con cada nuevo trabajo las mieles del éxito y ha sido a base de aplicarse a sí mismo la doctrina de su debut pero sin perder ni un ápice de identidad propia.

Viendo “El orfanato” veríamos a J.A. Bayona como un discípulo no sólo de Amenábar, sino del Spielberg que hace tres décadas creara el concepto de blockbuster con “Tiburón”. Su película es un continuo vaivén de referencias -lo mismo que hacen al otro lado del charco para construir sus taquillazos, sobre todo en materia de terror- que van de clásicos como “Al final de la escalera” hasta recientes joyas del terror patrio como ese caserón desvencijado estilo “Los otros” o esa historia “románticas” historias de fantasmas del Balagueró de “Frágiles”. No hay más que ver la secuencia de la grabación en Súper 8 para vislumbrar lo determinante que el realizador de “Los sin nombre” y “Darkness” ha sido en el resultado final.

Es la resistencia a no perder su identidad lo que hace de esta película una obra autónoma del que por ahora es uno de los pocos artesanos -lo de autor deberá ganárselo a pulso más adelante- de nuestro cine, con permiso del mismo Amenábar. Da al público exactamente lo que quiere, domina el arte cinematográfico, tanto en la forma como en el contenido, y muestra un profundo respeto tanto por lo que cuenta como por todos esos filmes a los que debe la vida. No copia, más bien hace propio lo ajeno, lo moldea con clase y buen gusto para que parezca distinto, aunque a veces los evidentes parecidos le pasen factura.

La historia y el avance de la misma no es que sean originales, pero Bayona es capaz de mezclar sin sobrecargar una serie de valores artísticos y de relatos clásicos que la hacen atractiva a todos los niveles. Incluso se arriesga con rarezas como la secuencia del atropello seguida por una mandíbula desencajada y con una secuencia paranormal de espiritismo que haría las delicias de los mismísimos Jiménez del Oso e Iker Jiménez y que realmente pone los pelos de punta. Y todo con una clásica y rotundamente sincera Belén Rueda, auténtico peso de este cuento de cuentos de fantasmas, la perfecta Wendy que decidió no vivir en Nunca Jamás para vivir en esa realidad de negación, realidad esta que no permite ver el otro mundo, ese que solo aquellos que tienen un pie entre dos mundos son capaces de contemplar.

A favor: Belén Rueda y los muchos aciertos a nivel cinematográfico
En contra: el excesivamente aclaratorio plano final de la tumba y la sensación de déjà vu

Títuto original: "El orfanato"; Género: Terror; Nacionalidad: España; Año: 2007; Duración: 97 minutos; Dirección: J.A. Bayona; Guión: Sergio G. Sánchez; Intérpretes: Belén Rueda, Fernando Cayo, Geraldine Chaplin, Roger Príncep, Mabel Rivera

viernes, 12 de octubre de 2007

Próximamente...

REC

Imaginen que desean cubrir un reportaje acerca de una noche cualquiera en las vidas de los bomberos, y que tienen la mala suerte de verse en un edificio acordonado por la amenaza de un temible virus que transforma a los infectados en seres sedientos de sangre y carne. Ésta es la premisa de la última aportación al cine fantástico y de terror de uno de los mejores realizadores del género de nuestro país, Jaume Balagueró.

“REC” es una claustrofóbica pesadilla que bebe directamente del cine de zombies de Romero y lo mezcla con el cine documental de “El proyecto de la bruja de Blair”. Ayudado por otro valor del terror español, Paco Plaza, Balagueró abandona por ahora sus historias sobre fantasmas y el amor para darnos una de miedo puro y duro, sin más concesión que la posible crítica a la voracidad de los medios de comunicación.

Visto el argumento podríamos pensar que “REC” no es más que otra de muertos vivientes, o más bien de infectados carnívoros como los de “28 días después” y su rotunda secuela. Pero la novedad de esta vuelta de tuerca al género es que todo lo que el espectador ve en pantalla es lo que el cámara del reportaje recoge, lo que aumentará la tensión conforme avanza la trama.

Ovacionada en el reciente Festival de Sitges, “REC” ha sido equiparada a la última película del maestro Romero, “El diario de los muertos”, también presentada en el festival. Sin embargo, según afirma la crítica especializada, el punto de vista del maestro es más humorístico que el del discípulo, y han llegado a declarar que Balagueró y Plaza superan a Romero. El 23 de Noviembre llega a nuestras salas, y ya puedo asegurarles que el trailer es de los más tensos que he visto en lo que llevamos de año. Si el resto del filme es como se nos muestra en él más nos vale estar preparados para pasarlo realmente mal en la butaca. Y esto no es una amenaza.

Teaser trailer

Trailer definitivo

domingo, 7 de octubre de 2007

LA CRÍTICA

Promesas del Este ****

Metamorfosis

Si hubiera que comparar “Promesas del Este” con cualquier otra película de la filmografía de David Cronenberg es con su más cercana hermana comercial, “Una historia de violencia” . Ambas comparten el retrato de una violencia cotidiana pero nada glorificada ni criticada, la elección de Viggo Mortensen como insuperable protagonista, una visión más dirigida al público que en ocasiones anteriores y sobre todo ese acercamento a lo extraño desde la más absoluta normalidad. Pero ahí acaban las coincidencias. Su protagonista podría ser una extensión del Tom Stall de la anterior, el héroe inesperado que ha acabado por aceptar su violento pasado de miembro de una familia mafiosa. Y digo podría porque su último film rompe cualquier similitud con su predecesora y no es que redefina el concepto de thriller, sino que muta bajo la batuta de su autor.

En ningún sólo segundo de metraje se deja notar repetición ni de situaciones ni de trama, aunque sí de temática. A pesar de ser otro escarceo del realizador canadiense por los senderos de Hollywood, “Promesas del Este” tiene más en común con su filmografía de lo que podemos imaginar. A través de la historia de ese chófer de un capo mafioso ruso asistimos a otra de las transformaciones del universo Cronenberg, la que hará que un simple conductor se perfile como el nuevo jefe de una organización mafiosa, la de un infiltrado que hará todo lo posible por inmiscuirse más en su misión. Una transformación moral similar a la que padecía Mortensen en “Una historia de violencia”, y equivalente a la metamorfosis física y psíquica del Jeff Goldblum de “La mosca”, del James Woods de “Videodrome” o de los dos Jeremy Irons de “Inseparables”. Es decir, una modificación de la psique humana reflejada en un deterioro físico.

Estamos también ante la metamorfosis cinematográfica de un director imprescindible, de la mutación de un creador que sólo ha cambiado su empaque -las sombrias calles londinenses infectan la atmósfera- y que quizás ya no puede ser tan venéreamente sucio como en otras películas, pero que en esencia sigue hablándonos de las mismas insanas obsesiones. Incluso en más de una secuencia se permite dejar ver su descarnada marca de identidad, como la que abre precisamente el film, que une unívocamente nacimiento y muerte, o la de esa memorable pelea en la sauna.

A todos los que critiquen este nuevo giro en su carrera les invito a destripar sus dos últimas películas, a diseccionarlas y descubrir que dentro de tan aparente normalidad se esconde el extraño y desconocido Cronenberg de antaño, aunque algo remodelado por la industria. No estamos, no obstante, ante su mejor película, culpa posiblemente de un avance de los acontecimientos que hace que cada nueva escena sea un continuo clímax que no ve final, que deja una extraña sensación de no terminar de desarrollarse nunca. Pero sobre todo, algunos echamos de menos a ese director de la Nueva Carne, aquel que sin tapujos mostraba el horror venéreo en toda su brutalidad, el que encarnizaba la fusión hombre-tecnología de la manera más nauseabunda posible, el descerebrado que era capaz de crear atmósferas e imágenes horrendas de las que ni los espectadores ni los personajes pueden escapar.

Título original: "Eastern Promises"; Nacionalidad: Reino Unido-Canadá-EEUU; Duración: 99 minutos; Género: Thriller; Dirección: David Cronenberg; Guión: Steve Knight; Intérpretes: Viggo Mortensen, Naomi Watts, Vincent Cassell, Armin Mueller-Sathl