lunes, 31 de julio de 2017

LA CRÍTICA. Dunkerque

El infalible pulso del relojero
Siempre se ha dicho de Stanley Kubrick que era un director frío, en el sentido de que no retrataba emociones, sino al ser humano desde una distancia prudente, sin tomar parte en sus actos ni juzgarle. También frío en el sentido de que era un cineasta meticuloso, calculador, provisto de una capacidad matemática para dibujar planos en su mente y luego convertirlos en obras de arte en celuloide.

Por supuesto, Christopher Nolan no es Stanley Kubrick, por mucho que más de uno se empeñe en establecer comparativas. Nolan –pero no tanto Chris, sino su hermano Jonathan- es mucho más explicativo en sus guiones, hace mayores concesiones hacia el espectador pese a la complejidad con que se presentan sus tramas. Y Nolan no ha inventado el cine, como tampoco lo hizo Kubrick, pero sí es cierto que este último ayudó con toda su filmografía, repleta de obras maestras, a escribir una página personal dentro del séptimo arte, una que nadie había escrito hasta entonces.


El tiempo dirá qué sitio merece el director de “Memento” en esto de contar historias en imágenes, pero sí que podría decirse que con “Dunkerque” está más cerca del responsable de “La naranja mecánica” de lo que lo ha estado nunca. Porque Nolan es como un relojero. Preciso, calculador, milimétrico en la concepción de sus planos, en la puesta en escena, en los actos de unos personajes a los que no sentencia ni respalda. No hace prisioneros. No le interesa mostrar al enemigo. Ni siquiera hay sangre. Solamente hay hombres tratando de sobrevivir, con los minutos contados.


El tiempo es la mejor arma de “Dunkerque”. El director cuenta una historia de lo más sencilla con una estructura de lo más compleja, haciendo que las horas duren días, que los días duren semanas. Que el espectador sienta el desasosiego y la tensión del campo de batalla. Que cuente el tiempo como lo harían los soldados en esa playa de la que es imposible escapar, que sienta la amenaza del sonido de los aviones enemigos acercándose desde lo lejos, que surque tierra, mar y aire sin apenas un momento para la esperanza.

No, señores. Nolan no ha inventado esto del cine, pero bien que maneja los recursos cinematográficos como pocos, y éste es su mejor trabajo de dirección hasta ahora. Bien que sabe medir los tiempos de la excelente partitura de Hans Zimmer, bien que sabe alejarse de su formidable elenco de actores para que empaticemos con ellos lo justo como para no llegar a sentir que son los héroes de la historia, bien que maneja la puesta en escena, el sonido y la fotografía para meternos de lleno en la batalla, para que sintamos el vértigo del fuego aéreo enemigo, para que olamos el crudo y la brisa marina que rodea a un barco que naufraga, para que mordamos la arena de esa maldita playa.


Y por supuesto, no habrá inventado esto del cine bélico, pero con “Dunkerque” trasciende el género para llevarlo más allá, usándolo como excusa para abordar otro más grande. Esto viene a ser para el bélico lo que “El caballero oscuro” para el cine de superhéroes, un thriller repleto de suspense y tensión fabricado con el infalible pulso de uno de los mejores relojeros cinematográficos de lo que llevamos de siglo. 

A favor: su estructura temporal, y que es el trabajo más impecable de Nolan a nivel de dirección
En contra: su extrema frialdad, que puede dejar fuera de juego a más de uno

Calificación ****1/2
No se la pierda

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