El infalible pulso del relojero
Siempre se ha dicho de
Stanley Kubrick que era un director frío, en el sentido de que no retrataba
emociones, sino al ser humano desde una distancia prudente, sin tomar parte en
sus actos ni juzgarle. También frío en el sentido de que era un cineasta
meticuloso, calculador, provisto de una capacidad matemática para dibujar
planos en su mente y luego convertirlos en obras de arte en celuloide.
Por supuesto,
Christopher Nolan no es Stanley Kubrick, por mucho que más de uno se empeñe en
establecer comparativas. Nolan –pero no tanto Chris, sino su hermano Jonathan-
es mucho más explicativo en sus guiones, hace mayores concesiones hacia el
espectador pese a la complejidad con que se presentan sus tramas. Y Nolan no ha
inventado el cine, como tampoco lo hizo Kubrick, pero sí es cierto que este
último ayudó con toda su filmografía, repleta de obras maestras, a escribir una
página personal dentro del séptimo arte, una que nadie había escrito hasta
entonces.
El tiempo dirá qué
sitio merece el director de “Memento” en esto de contar historias en imágenes,
pero sí que podría decirse que con “Dunkerque” está más cerca del responsable
de “La naranja mecánica” de lo que lo ha estado nunca. Porque Nolan es como un
relojero. Preciso, calculador, milimétrico en la concepción de sus planos, en
la puesta en escena, en los actos de unos personajes a los que no sentencia ni
respalda. No hace prisioneros. No le interesa mostrar al enemigo. Ni siquiera
hay sangre. Solamente hay hombres tratando de sobrevivir, con los minutos
contados.
El tiempo es la mejor
arma de “Dunkerque”. El director cuenta una historia de lo más sencilla con una
estructura de lo más compleja, haciendo que las horas duren días, que los días
duren semanas. Que el espectador sienta el desasosiego y la tensión del campo
de batalla. Que cuente el tiempo como lo harían los soldados en esa playa de la
que es imposible escapar, que sienta la amenaza del sonido de los aviones
enemigos acercándose desde lo lejos, que surque tierra, mar y aire sin apenas
un momento para la esperanza.
No, señores. Nolan no
ha inventado esto del cine, pero bien que maneja los recursos cinematográficos
como pocos, y éste es su mejor trabajo de dirección hasta ahora. Bien que sabe medir los tiempos de la excelente partitura de Hans
Zimmer, bien que sabe alejarse de su formidable elenco de actores para que
empaticemos con ellos lo justo como para no llegar a sentir que son los héroes
de la historia, bien que maneja la puesta en escena, el sonido y la fotografía
para meternos de lleno en la batalla, para que sintamos el vértigo del fuego
aéreo enemigo, para que olamos el crudo y la brisa marina que rodea a un barco
que naufraga, para que mordamos la arena de esa maldita playa.
Y por supuesto, no
habrá inventado esto del cine bélico, pero con “Dunkerque” trasciende el género
para llevarlo más allá, usándolo como excusa para abordar otro más grande. Esto
viene a ser para el bélico lo que “El caballero oscuro” para el cine de
superhéroes, un thriller repleto de suspense y tensión fabricado con el infalible
pulso de uno de los mejores relojeros cinematográficos de lo que llevamos de
siglo.
A
favor: su estructura temporal, y que es el trabajo más
impecable de Nolan a nivel de dirección
En
contra: su extrema frialdad, que puede dejar fuera de juego
a más de uno
Calificación ****1/2
No se la pierda
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