Copulando con la vida
Fernando Merinero
siempre ha jugado con la metaficción, con radiografiarse a través de sus
personajes en sus obras, exponiéndose física o psíquicamente ante la cámara,
mientras se divierte tras ella. Y siempre ha cumplido la misión de recordar al
espectador el hecho de que se encuentra ante una obra de ficción, aunque todo
parezca de lo más real.
En “Capturar”, el cineasta
traspasa hasta el extremo la línea que separa el mundo real del inventado. Todo
en ella es ficticio, pero parece muy real. O todo es real, pero parece de lo
más ficticio. Es la carta que juega Merinero, y lo hace bien. Tan bien que
cuesta saber cuándo su reparto, compuesto por actrices, novias, familiares y
amigos del propio director, está interpretando, o si las reacciones que vemos
ante la cámara son naturales.
Pero sobre todo, este
falso documental –o no tan falso, según cómo se mire- bañado de comedia es,
como bien rezan sus créditos iniciales, una selfie cinematográfica. Pero lejos
de caer en el ombliguismo, que es como algunos podrían entender el concepto, lo
que propone es un vital viaje a su pasado, presente y futuro, a su carrera, sus
películas, su manera de ver la vida y, por supuesto, a las mujeres que han
compuesto su existencia, haciendo partícipe al respetable en todo momento. Es
un acto de amor hacia todo lo que retrata durante su metraje. Y más que de
amor, de copulación. Merinero copula no sólo con sus personajes o con el
espectador, con el que juega a la confusión constante, sino también
abiertamente con su propia vida, marcada por los amores pasados y los de ahora.
Y es lo que mejor
desprende el film. Vitalidad en cada fotograma. Espontaneidad y eso que llaman cinema verité. Un personal y
transferible Gran Hermano, un experimento sociológico con el que su equipo
parece divertirse, haciendo partícipe al público del juego. Es lo bueno de la
metaficción, que nos hace participantes de la experiencia. Y de la copulación
hecha cine, a la que Merinero nos invita, como diríamos los canarios, sin
vergüenza maldita.
A
favor: lo bien que juega a confundir realidad y ficción
En
contra: que algunos puedan confundir erróneamente el
concepto de selfie cinematográfica con el de ombliguismo
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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