Juguetes rotos
Podemos confirmarlo. Ya
la estupenda e infravalorada “La visita” lo anticipaba. Pero con su nuevo
trabajo podemos confirmarlo. M. Night Shyamalan, el contador de historias, el
del sentido del humor marciano, el creador de atmósferas y situaciones que
bordean lo inverosímil y lo fascinante, ha vuelto. “Split” es la confirmación
que necesitábamos. La vuelta de un cineasta clave en el género fantástico del
nuevo siglo.
Con ella, el cineasta
de origen indio nos brinda a su particular Norman Bates –los ecos del
“Psicosis” de Hitchcock resuenan en más de una línea narrativa y plano-, en las
23 –más una, la más escalofriante de todas- personalidades de ese Kevin al que
un descomunal James McAvoy presta aptitudes y maneras, capaz de matizar cada
nueva identidad con una simple mirada o un gesto en su rostro. Un thriller
psicológico que habla de las capacidades infinitas de la mente humana para
hacer realidad aquello en lo que cree, bien expuesto y desarrollado, en el que
posiblemente sea uno de los trabajos más concienzudos del director a nivel de
guión, lo cual no es moco de pavo viniendo del responsable de joyas como “El
bosque” o “El sexto sentido”.
Una vez más, lo que inquieta
y sorprende de la película es la facilidad con la que Shyamalan consigue
hacerte entrar en su juego y que sigas sus reglas, que te dejes llevar por su
distorsionada manera de entender la ficción, y que aquello que en otras manos
resultaría pasado de rosca y ridículo, aquí se torna estremecedor –el momento
reptil en la pared, por ejemplo-. Pero por supuesto, exige una enorme
predisposición por parte del espectador para dejarse llevar, algo que no
supondrá un gran problema para los fans del realizador.
Ésa ha sido siempre el
arma de doble filo de Shyamalan, un arma que en esta ocasión está más afilada
que nunca. Porque esta fábula macabra sobre la lucha contra los miedos internos
y las bestias personales, este tour de
force entre dos juguetes rotos por circunstancias similares pero con
recorridos vitales totalmente opuestos -maravillosa y magnética Anya Taylor-Joy,
la antagonista perfecta para el monstruo-, es la más arriesgada y osada de su
creador hasta la fecha. Y lo es por ese desenlace en el que Shyamalan se quita
una espina que tiene clavada desde hace más de quince años. Lo que viene antes
son casi dos horas de excusa para, como dice Kevin durante el film, dar la
bienvenida a algo mayor. Su manera de decir al séptimo arte que sigue aquí, y que
él es capaz de crear su propio universo cinemático. Y si es ésa su idea,
bienvenida sea. Al fin y al cabo, él también es otro juguete roto. Disneyiano,
para ser exactos.
A
favor: James McAvoy, la confirmación de la vuelta de
Shyamalan, y la osadía de su desenlace
En
contra: que su osadía puede ser confundida con el ridículo
Calificación ****
No se la pierda
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