Es
anecdótico que los mejores productos Marvel estén viniendo de la adaptación de
sus personajes menores a la gran pantalla. Y que no se malinterprete la
expresión. Con personajes menores no se hace alusión a aquellos héroes que
solamente disfrutaron de su pequeño momento de gloria en una sola aventura comiquera,
sino a quienes nunca gozaron de la fama de otros compañeros de la casa como
Hulk o el Capitán América. En ese sentido, ahí están la entretenidísima
“Ant-Man” o la macarra “Guardianes de la galaxia” para demostrarlo.
En
su traslación a imagen real, el Doctor Extraño, otro de esos renegados
marvelitas, rezuma una creatividad y una cierta libertad creativa que la hacen
distanciarse de otras propuestas de la compañía. La misma que las perpetradas
por James Gunn y Peyton Reed en su momento, y ya solo eso es digno de ser
alabado. Scott Derrickson no solamente se preocupa por entregar una película
cargada de emoción, dinamismo, diversión e inteligencia, sino también añade
algunas ideas de lo más transgresoras dentro del MCU.
Dimensiones
malvadas, bucles y paradojas temporales y viajes astrales se dan la mano en
escenarios que se pliegan sobre sí mismos, ayudados por una imaginería visual
que puede recordar a “Matrix”, “Dark City” u “Origen”, por ejemplo, pero que
sus creadores se encargan de hacer suya hasta tal punto de que no suene a ya
visto.
El
resultado es una de las mejores aventuras marvelitas de su historia, con sus
luces y sus sombras. Se echa de menos una mejor presentación de la personalidad
del personaje, un mayor lucimiento del villano encarnado con solvencia por Mads
Mikkelsen o del personaje florero de Rachel McAdams. E incluso un mejor saber
hacer por parte de Chiwetel Ejiofor, a quien parece que el papel le viene
grande. O sobra también ese empeño por mezclar a la fuerza al protagonista con
el resto de Vengadores, cuando sus andanzas en solitario serían mucho más alimenticias.
Pero lo compensa con la estupenda banda sonora cargada de barroquismo de
Michael Giacchino, escenas que se quedan grabadas en la retina por su esmero
audiovisual –atención al primer viaje extrasensorial del personaje-, y un
Benedict Cumberbatch que parece haber nacido para llevar la carismática capa
del superhéroe.
En
general, estamos ante uno de los mayores prodigios de la compañía, todo un LSD
de magia cinematográfica que coquetea con uno de los grandes hilos argumentales
de la historia de las viñetas gráficas. Y de los grandes olvidados por el séptimo
arte. O al menos por parte de Marvel. Toda una puerta abierta a nuevas vías
argumentales y narrativas. Una por cada universo existente, para ser exactos.
A favor:
su imaginería visual, y los conceptos que añade al universo marvelita
En contra: el
empeño por introducir al personaje a la fuerza en el MCU
Calificación
****
No
se la pierda
No hay comentarios:
Publicar un comentario