De
orcos, humanos, magos y demás fantásticas criaturas
El cine tiene una importante deuda pendiente con uno
de los más rentables medios de entretenimiento de las últimas décadas. Mucho
antes del boom del cómic y de que la televisión cogiese el testigo en lo que a
términos de calidad narrativa se refiere, Hollywood ya ansiaba con hacer de la
industria del videojuego una importante fuente de ideas e ingresos. De manera
normalmente frustrante, salvo raras excepciones –“Silent Hill” y poco más. Pero
donde realmente han fracasado este tipo de adaptaciones en su intento de llevar
a la gran pantalla la sensación que produce en el jugón de toda la vida, el que
apenas sale ni duerme, ni tiene vida social, el pasarse horas frente a su juego
favorito. Porque sin un joystick, no es lo mismo.
“Warcraft” supone un salto de gigante en ese
terreno. Sí, sigue echándose de menos poder participar en la función, ser el
protagonista, requisito indispensable que convierte a los videojuegos en lo que
son para miles de millones de personas, pero por sus venas corre la savia de un
fan respetuoso y mimoso con su criatura como Duncan Jones por un lado, y por el
otro el hecho de que por primera vez el videojuego y el cine se funden como
nunca antes lo habían hecho.
Jones entiende que para realizar una adaptación
coherente y fiel de un fenómeno masivo como “Warcraft” debe convertir su film
precisamente en un videojuego. Pero donde otros fracasan tratando de lograr el
mismo objetivo, a base de CGI de cartón piedra y una imposible estética
ciberpunk presuntamente postmoderna pero ridícula, el hijo del Duque Blanco
concibe los planos, el ritmo, la fotografía y los movimientos de cámara como si
de un videojuego filmado se tratase. Con toneladas de efectos digitales, por
supuesto, pero de primera categoría, y metiendo al espectador de lleno en la
acción.
Sin embargo, donde realmente se erige por encima de
sus compañeras de batalla, a pesar de notarse que se ha quedado demasiado en la
sala de montaje por capricho de los siempre temerosos y cobardes productores,
es en su encomiable triunfo a la hora de aunar la espada y brujería
cinematográfica contemporánea y moderna -desde “Conan el Bárbaro” hasta “Lady
Halcón”, pasando, cómo no, por “El señor de los anillos”, tanto la de Jackson
como la de Ralph Bakshi- con el vasto mundo que ofrece el material original. Y ya sólo por eso, merece un aplauso. Eso, y cualquier
secuela que esté por venir y que siga transportándonos a este atractivo
universo de orcos, humanos, magos y demás fantásticas criaturas.
A favor: lo bien que une el cine de espada y brujería con el
videojuego
En contra: los recortes que ha sufrido
Calificación ****
No se la pierda
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