Reviviendo el sueño americano
Hay momentos del
séptimo arte que perduran en la memoria colectiva. Scarlett O’Hara poniendo a
Dios por testigo de que jamás volverá a pasar hambre, aquella sombra que
asesinaba a Marion Crane a sangre fría en el motel Bates, la demencial mirada
directa a cámara de Álex… y ese campeón del pueblo que ascendía a lo más alto
del sueño americano a base de esfuerzo y sufrimiento. Y por supuesto, existe
todo lo contrario, momentos que producen vergüenza ajena, como ver a John Wayne
interpretando a Genghis Khan, colocar pezones a Batman, o simplemente la mera
existencia de productos como “Dragonball Evolution”.
“Creed” podría entrar
en este segundo grupo. Muchas son sus escenas con las que más de uno deseará
sentirse engullido por la butaca, con la vana esperanza de que nadie le esté
viendo. Pero una en concreto se lleva la palma, aquélla que trata de ser un
homenaje a la mítica escena de Rocky subiendo las escaleras del triunfo. Un
instante gratuito, de una épica inexistente a pesar de los intentos de su
reiterativa banda sonora y del abuso y desperdicio de planos a cámara lenta,
coronado por unas motos, los gestos exagerados de su protagonista –horroroso Michael B.
Jordan- y la aparición desde una ventana del ídolo de toda una generación,
todos con una expresión de felicidad forzada en sus rostros.
“Creed” no es más que
un intento de revivir el gran sueño americano, pero con importantes lagunas de
guión –frases supuestamente graciosas, el
desastroso desarrollo de la relación del protagonista con la memoria de su
padre, esa madre que lo mismo teme por su hijo que se alegra por sus triunfos-
y de realización –los momentos a lo Guy Ritchie de un director tan poco
personal como Ryan Coogler- que no son nada comparadas con el espíritu bondadoso
y naif del producto. Ñoña es, y demasiado.
Esta especie de
reinicio/secuela/spin-off/remake nada disimulado e inconfeso del original sólo
merece la pena ser visto por la interpretación de Sylvester Stallone. Pero que
esto no llame a engaño. Su trabajo destaca por encima de la mediocridad del
conjunto, sin llegar a estar de Oscar. Y mucho menos cuando se avecina otra
secuela, donde volverá a ofrecer el mismo recital interpretativo. La saga sigue
en forma, y la maquinaria de hacer dinero continúa bien engrasada. Aunque para
ello deba reconstruir el sueño con cimientos de naftalina y algodón de azúcar,
y le sea necesario copiarse a sí misma.
A
favor: Stallone, que destaca sobre la mediocridad del
conjunto
En
contra: todo lo demás
Calificación *
Ni se moleste
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