El hombre de las estrellas
Dentro del panorama
cinematográfico, quizá sea Ridley Scott el paradigma idóneo del artesano cuyo
nombre implica mayor repercusión que sus propias películas. Más de diez años
lleva el cineasta británico sin dar un solo producto a la altura de su leyenda,
entregando en este tiempo obras siempre rodeadas de una gran expectación que
acaban diluyéndose una vez el público acude a las salas. Algunas nefastas
-“Exodus”, “El reino de los cielos”-, otras buenas –“American Gangster”- y
otras sencillamente, hinchadas por un peligroso hype que acaba estallándole en las narices –“Prometheus”, “Robin
Hood”. E incluso podríamos decir que esta tendencia se remonta a los 90, al
periodo entre “Thelma y Louise” y “Gladiator”.
Con “Marte (The Martian)”,
nuevamente, lasexpectativas son enormes, y las posibilidades de recuperar a un
buen artesano son interplanetarias. Al fin y al cabo, los errores del pasado no
son del todo culpa suya. Scott es un buen director, tiene oficio en sus venas,
sabe perfectamente cómo dirigir un film de manera solvente. Y la dirección no
falla en este caso. Ni a nivel de actores –solamente sobra Kristen Wiig, la
única cuya expresión denota falta de verosimilitud hacia su personaje-, si bien
ninguno da una interpretación notable, ni a nivel de efectos especiales ni
fotografía, y en resumen al nivel que se le exige a una producción de estas
características.
Le falta a Scott, eso
sí, reconocer cuándo está ante un buen guión. Una losa que ahora ha vuelto a
arrastrar. Porque el libreto escrito por Drew Goddard trata de tocar demasiados
temas al mismo tiempo, sin centrarse de manera convincente en ninguno. Lo que
ocurre en la Tierra o en la nave de rescate importa menos que las desventuras
de ese hombre de las estrellas que espera en el cielo por una ayuda que tarda
demasiado en llegar. La película trata de dar el mismo peso a todas las partes,
y ahí acaba perdiendo interés y peso conforme avanza el metraje, hasta el punto
de hacerla larga y pesada. No hay emoción ni interés, no hay dimensión dramática,
no hay un decálogo sobre la soledad humana, pero sí mucha frialdad y ciencia para dummies –ahí eleva exponencialmente el
defecto nolaniano de explicar más de
lo debido a la audiencia-, compensada por un humor tontorrón y un tono desenfadado que acerca más el
conjunto a un público mayoritario, a las grandes masas, antes que al sector más
adulto y serio.
“Marte (The Martian)”
es, por tanto, el enésimo ejemplo de que Scott no es más que un buen mercenario
de Hollywood, pero uno al que le cuesta escoger buenos proyectos. A años luz de
aquel visionario que hace más de tres décadas años sí nos hizo mirar a las
estrellas y hacia el futuro con ojos recelosos. De aquel hombre de las
estrellas ya no queda más que puro oficio.
A
favor: la artesanía de Scott
En
contra: su humor, sus ansias explicativas, y lo mal
equilibradas que están todos los temas que toca
Calificación **
Se deja ver
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