Anacleto nunca falla
Javier Fesser ha sido,
con total seguridad, el cineasta que mejor ha sabido mimetizarse con el cómic
en este país. No sólo en sus dos excepcionales adaptaciones de los súper
agentes de la T.I.A. creados por Francisco Ibáñez, sino por ese espíritu de
tebeo que ya destilaba su ópera prima, la mágica “El milagro de P.Tinto”, y en cortos
como “El secdleto de la tompleta”, que hacían del humor envasado en botijo la
mejor herramienta para reírse de esta país de pandereta en el que vivimos. Director
y autor eran uno, y costaba diferenciar dónde empezaba la historieta de uno y
acababa la película del otro.
Javier Ruiz Caldera, en
su intento por llevar a la gran pantalla la obra del gran Vázquez, no logra ese
mismo nivel de mimetización con el producto original, ni alcanza el mismo grado
de mofa nacional. Tampoco lo pretende. “Anacleto: Agente Secreto” es un film
del director de “Spanish Movie” o “Tres bodas de más”. Sí, las referencias
están ahí, desde el ¡Sapristi! hasta las viñetas en lugar de fotografías, pero
es Ruiz Caldera puro y duro. Con su galería de personajes encarnada por su
troupe ya habitual de actores y su humor entre cotidiano y deudor de la comedia
estadounidense, pero con marcado sabor a tortilla de patatas.
De Anacleto solamente
queda el flequillo, su sempiterno cigarrillo y esa muda de esmoquin siempre a
punto. Nada del destartalado personaje que ya conocemos, salvo en un par de
escenas. Y esta traslación tan personal al cine de imagen real puede
decepcionar a los fans más exigentes. Pero a todos los demás, a quienes se
acerquen a ella buscando hora y media de diversión, encontrarán lo que buscan.
Los que congenien con la filmografía de uno de los más sobresalientes cineastas
actuales dentro del género, mucho más. Porque más que una adaptación, es una
excusa para hacer una parodia del cine de espías de toda la vida. Al fin y al
cabo, ése era el cometido de la historieta, ser más cercana al Maxwell Smart de
“Superagente 86” que al James Bond del MI6 británico. Más simple e inofensiva
que el mecanismo de un botijo, pero tan revitalizante como una buena siesta.
Y en ese sentido, como
comedia paródica, funciona a la perfección. Gracias no sólo a un guión que
regala escenas tan memorables como la del suero de la verdad o la sobredosis de
cacahuetes, sino a un reparto totalmente entregado a la causa. Desde Imanol
Arias, pura presencia y convicción pese a no estar teñido de negro –ni falta
que le hace-, hasta Carlos Areces, el perfecto villano, pasando por Berto
Romero y Quim Gutiérrez, los hilarantes compañeros de fatigas. Todos perfectos,
sin excepción, rendidos a la mano de un cineasta que quizá no nos brinde la
mejor adaptación posible, pero que sí nos asegura hora y media de diversión. No
hay que pedirle más. Anacleto nunca falla.
A
favor: su reparto y su parodia del cine de espías
En
contra: que algunos esperen una adaptación fiel
Calificación ***
Merece la pena
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