Siempre hay sitio para la esperanza
No es cosa fácil
innovar en una película de boxeo, y por extensión en un film ambientado en el
ascenso, caída de una estrella y posterior resurgimiento de sus cenizas,
deporte y sacrificio mediante. “Southpaw” no lo intenta. Es más, recoge todos
los tópicos del género imaginables. Tenemos la gloria de un chico de la calle a
lo “Rocky”, su posterior caída por culpa
de sus excesos y su carácter como en “Toro salvaje”, la figura del mentor del
Clint Eastwood de “Million Dollar Baby”, la presencia de una hija por la que
luchar de “Campeón”, e incluso cierto virtuosismo en las escenas de combate
heredada del enérgico Michael Mann de “Ali”, ése que pegaba la cámara a los
costados de los púgiles para que sintiésemos cada golpe.
Sí, es convencional, es
previsible, es tópica e incluso sus momentos familiares se encuentran
ridículamente almibarados, aunque entre ellos destaca un instante con un “Te
odio” que duele más que cualquier puñetazo directo a la nariz. Pero para compensarlo
cuenta con dos poderosos ases bajo la manga. Por un lado, un buen pulso en la
dirección por parte de Antoine Fuqua, todo un experto en thrillers urbanos que
aquí otorga nervio a la realización, como viene siendo habitual en una
filmografía que gusta de transitar por los bajos fondos.
Por el otro, el que es
el verdadero motor de la propuesta, un Jake Gyllenhaal que muta, tanto física
como a nivel interpretativo, en un boxeador de las calles elevado demasiado
prematuramente al estrellato. Un actor que es pura contundencia, y que en cada
nuevo trabajo confirma que es uno de los mejores intérpretes del cine
contemporáneo. Aunque no está solo. A su lado, limpiándole las heridas, se
encuentra un genio de la interpretación como Forest Whitaker, un intérprete que
quizá se deje ver poco en trabajos de este calibre, pero que siempre es pura
presencia ante la cámara.
Lo demás lo pone el
ritmo que Fuqua le imprime al producto, la efectiva banda sonora del
desaparecido James Horner, la potencia de sus temas musicales, que van desde
Eminem hasta 50 Cent, y puro sentido del entretenimiento en un drama que se
deja ver con absoluta comodidad, y que desgraciadamente llega fuera de la
temporada de premios. Habría sido una bienvenida alegría ver a su actor
principal luchando por el Oscar. Tendremos que contentarnos con su personaje,
cuyo esperanzador apellido y viaje hacia la humildad absoluta nos recuerda que
es tan fácil levantarse como caer, y que siempre hay sitio para la esperanza,
la que se labra a base de trabajo duro y dedicación, y de dejar atrás los
fantasmas internos.
A
favor: Jake Gyllenhaal y Forest Whitaker, la dirección de
Fuqua
En
contra: los tópicos que recoge, y la almibarada trama
familiar
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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