Agentes de reemplazo
Es asombrosa, casi
imposible, la misión a la que ha tenido que enfrentarse esta franquicia, la de
no autodestruirse en cuestión de segundos. Y la ha cumplido con enorme éxito. Desde
la renovación de J.J. Abrams que recuperaba la esencia de la serie original hasta
la acción heredera del cartoon de un
experto en la animación como Brad Bird, pasando por la denostada action movie hiperbólica y
autorreferencial del maestro John Woo, cada nueva entrega ha supuesto un soplo
de aire fresco con respecto a la anterior.
Lo ha vuelto a hacer.
“Misión: Imposible – Nación secreta” no innova sobre lo ya visto, algo que
tampoco pretendían sus predecesoras, pero sí que se preocupa por no transitar
por lugares comunes y logra ofrecer un envoltorio distinto, un cambio de rumbo que
imaginamos se quedará en este quinto capítulo. Porque cada nueva misión de
Ethan Hunt es hija de su creador, y en este caso la impronta de Christopher
McQuarrie se aprecia ya desde un guión enrevesado –quizá a veces demasiado- que
juega con las constantes del cine de espías –hay no pocas referencias a James
Bond, y cierto pasaje operístico de reminiscencias hitchcockianas- y pone en entredicho las que han regido la propia
franquicia, como las máscaras o las capacidades físicas de su protagonista.
Pero también en la
realización. La dirección de McQuarrie derrocha pura clase y elegancia, y lo
que ofrece es un thriller de acción a la antigua usanza, cine de espías de la
vieja escuela donde la acción está supeditada al suspense, muy en la línea de
su “Jack Reacher”, sin por ello dejar de lado el entretenimiento que debe
proporcionar todo buen blockbuster. Un
divertimento tremendamente inteligente que tiene el enorme acierto, además, de
introducir a la ambigua y letal Rebecca Ferguson y ampliar el papel de ese
contrapunto cómico perfecto que es Simon Pegg.
Estamos, posiblemente,
ante el mejor film de toda la saga, y también ante el más personal y el que
desprende un mayor aroma de cine de autor. Una aventura sin respiro protagonizada
por agentes de reemplazo, predominando el cumplimiento de la misión sobre la
figura del agente de secreto, y que ofrece desde su premisa argumental, basada
en lo anticuados que están los métodos de la FMI, justamente la metáfora
opuesta de lo que es en sí la película. “Misión: Imposible” no está pasada de
moda, ni mucho menos muerta. Está más viva que nunca. Y su protagonista, Tom
Cruise, vuelve a demostrar que sigue en plena forma.
A
favor: su cambio de rumbo desde su propia condición de
cine de autor
En
contra: su guión quizá se complique demasiado
Calificación *****
Imprescindible
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