El otro
De toda la filmografía
austriaca reciente, quizá no podamos mencionar a un director más influyente que
Michael Haneke, un cineasta que ha sabido como muy pocos jugar con el
espectador para hablar de la violencia sin necesidad de ser violento, a través
de atmósferas pulcras y enrarecidas –“Funny Games”- o distorsionando de manera
inocente pero malévola a los seres supuestamente más puros del planeta, los
niños –“La cinta blanca”-.
A partir de ahora,
habrá que recordar otros dos nombres surgidos del país europeo, pertenecientes
a toda una sola de directores que han acuñado un nuevo cine de género en el
continente. Con su ópera prima, Severin Fiala y Veronika Franz aúnan esa maldad
inherente y cándida del cine de Haneke con las propuestas más salvajes de
Fabrice du Welz o el terror galo.
Lo que plantean en “Goodnight
Mommy” es un macabro cuento sobre las consecuencias del estrés postraumático en
la mente infantil, en esos pequeños seres a los que creemos incapaces de la
mayor de las atrocidades. Y se toma su tiempo para asentar sus bases. La
película se divide en dos partes. En la primera la acción es pausada, pero
nunca aburrida ni pesada, y sus directores la aprovechan para tejer esa
atmósfera viciada por la que se mueven sus personajes, contrapuesta a la
limpieza del blanco de las paredes de la casa de diseño en la que habitan.
Juegan de manera extraordinaria con el público para hacerle ver fantasmas donde
no hay más que drama familiar, para que acompañe a esos dos niños en la fantasía
de que su madre –excepcional el trío protagonista- ha sido reemplazada por otra
persona.
En su segundo acto, sus
responsables pegan un sonoro golpe en la mesa, el cuento se va volviendo cada
vez más oscuro para dar paso a la violencia, y empiezan a coquetear con el torture porn, sin dejar el terror
psicológico y el drama a un lado. Consiguen sembrar de manera excelente la duda
en el espectador, hasta llegar a un final cuyo giro argumental quizá sea lo más
forzado del conjunto por su elevada previsibilidad, además de algún detalle de
guión poco explicado y explotado, como la figura del padre o la razón por la
que permanecen los niños solos en casa en ausencia de la madre.
Pero son detalles que afectan poco al resultado final. Lo que realmente resalta en “Goodnight Mommy” es
su perturbador análisis psicológico de la maldad infantil y cómo focalizan los
niños una tragedia en aras de dicha maldad. Un trabajo con claras reminiscencias a “El
otro”, de Robert Mulligan, que es pura sutileza pero que a la vez presenta una
crudeza difícil de digerir, y que obligará a seguir a sus creadores con lupa.
A
favor: la atmósfera, la tensión que transmite, y cómo
juega con el espectador
En
contra: el giro final, previsible, y algún detalle de guión
poco pulido
Calificación ***1/2
Merece mucho la pena
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