jueves, 30 de julio de 2015

LA CRÍTICA. Pixels

Que se encarguen los nerds
La Tierra está a punto de sufrir una terrible amenaza que viene del espacio exterior. Una sociedad alienígena ha recibido una cápsula del tiempo lanzada en 1982 desde nuestro planeta que contiene imágenes de las máquinas recreativas de la época, y deciden atacarnos utilizando sus juegos como modelo de la invasión. Ante esta premisa, ¿qué puede salir mal? Pues que aparezca Adam Sandler con su cara de lelo habitual y diga “¿Pac-Man es de los malos?”, cuando una escena antes ya sabía que iba a enfrentarse a él.

Ojalá el máximo problema de “Pixels” fuera su actor protagonista y su eterna expresión bobalicona de estar de paso para cobrar el cheque. A pesar de que sus actores intentan creerse lo que el film está contando –el único que destaca por credibilidad e hilaridad es Josh Gad-, de que los efectos especiales sean de lo más resultones y de que la nostalgia ochentera sea su leit motiv, su gran hándicap es el guión y el estilo de la propuesta.


“Pixels” se articula como un videojuego cinematográfico planteado en torno a tres fases, a tres enfrentamientos con tres excelentes juegos: el Centipede, Pac-Man y Donkey Kong. Tres escenas muy dinámicas en las que Chris Columbus (“Solo en casa”, “Harry Potter y la piedra filosofal”) demuestra que sigue en plena forma, y que suponen lo mejor de la función. Pero lo que hay en medio de esas secuencias es lo que no acaba de cuajar. No conjuga nada bien esa comedia familiar sandleriana que pretende ser con la nostalgia que los juegos que muestra en pantalla puedan despertar en toda una generación que ya peina canas. No sabe si quiere ser para niños o para adultos. Los gags dedicados a ambos sectores están horriblemente planteados. Se ve incapaz de aprovechar a dos secundarios tan potentes como Sean Bean y Brian Cox, y especialmente con este último, que aparece y desaparece del film sin sentido alguno.


Y lo peor, no sabe siquiera si se decanta por la comedia o la acción con toques de ciencia-ficción. “Pixels” no tiene clara su identidad ni a qué público quiere llegar. Deja algo de cancha, eso sí, para que Sandler y su amiguete Kevin James hagan de las suyas, para que se muestren como lo que son, dos niños grandes, para vergüenza y desgracia del propio espectador. Es una cinta destinada a vendernos que los nerds, que toda esa generación de gamers que se resistieron a crecer, pueden ser la salvación del mundo. Lo que acaba siendo es una especie de remake inconfeso de “Cazafantasmas” –de hecho hay algún cameo que lo atestigua-, pero sin chispa ni ingenio alguno más allá de una premisa tristemente desaprovechada. No consigue siquiera activar los resortes de la melancolía Arcade que llevamos dentro. Para eso siempre nos quedará “¡Rompe Ralph!”.

A favor: Josh Gad y las escenas dedicadas al Centipede, Pac-Man y Donkey Kong
En contra: todo lo demás

Calificación *
                                                                                         Ni se moleste

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