martes, 26 de mayo de 2015

EN PAZ DESCANSE... Vicente Aranda (1926-2015)

Decía de sí mismo que había nacido 15 años tarde, por aquello de debutar ya con un pie en los 40 años. Vicente Aranda fue un innovador del cine español de finales de los 60, cuando fue uno de los padres fundadores de la Escuela de Barcelona, nacida para retratar a la ciudad condal más moderna y sórdida.

Cuando la dictadura franquista tocaba a su fin pero su sombra seguía cerniéndose sobre la libertad de expresión, a comienzos de los 70, nos trajo joyas como “Las crueles” o “La novia ensangrentada”. Y ya en plena liberación, tras 1975, fue cuando desarrolló una interesante filmografía en la que el crimen y el sexo se daban la mano continuamente. Así nacerían propuestas tan contundentes como “Cambio de sexo”, “La muchacha de las bragas de oro”, “Asesinato en el comité Central” –en las tres trabajó junto a su gran musa, Victoria Abril- y, sobre todo, “Fanny Pelopaja”, un título mítico de los 80 nacido de una coproducción entre Francia y España.


A finales de los 80 siguió formando una carrera repleta de personajes infelices íntimamente ligados al sexo como catarsis y liberación personal, pero dio también su propia visión de esa España de posguerra que le tocó vivir de lleno. De esta manera nacieron otras obras cumbre del cine español como “Tiempo de silencio”, “El Lute (Camina o revienta)”, su secuela “El Lute II: Mañana seré libre” o “Si te dicen que caí, filmes en los que, además de contar de nuevo con Victoria Abril, uniría a su lista de actores fetiche a Antonio Valero, Imanol Arias o Jorge Sanz.

Y uniendo ese cine psicosexual que le haría hacerse un lugar en el cine patrio junto a esa radiografía de los fantasmas de la Guerra Civil Española nacería la que a día de hoy sigue siendo la cumbre de su carrera, la espléndida “Amantes”, la cinta más laureada de todas cuantas dirigió. Con ella fue nominado en el Festival de Berlín –Victoria Abril sí se hizo con el Oso de Plata-, con premios en el Festival Internacional de Chicago, el Fotogramas de Plata, el Ondas, el Sant Jordi, el Turia y finalmente el Goya, convirtiéndose en la triunfadora de la edición de 1992, aunque solamente se hiciera con los galardones de mejor película y dirección.


Su filmografía en los 90 siguió temáticas similares en las recomendables “El amante bilingüe”, “La pasión turca”, “Celos” y, especialmente, en “Libertarias”, y por muchas de ellas volvería a ser aspirante al premio de la Academia de Cine Española. EL nuevo milenio trajo otra cinta importante, “Juana La Loca”, seguida de otra de temática similar e injustamente vilipendiada, “Carmen”. Sin embargo, a partir de aquí, sus tres últimos trabajos no gozaron del apoyo ni de la crítica ni del público.

“Tirante el Blanco”, “Canciones de amor en el Lolita’s Club” y “Luna Caliente”, su última película en 2009, se convirtieron en un triste espejismo de lo que en su día fue uno de los grandes del cine español. Su tipo de cine ya quedaba anticuado, a pesar de que en medio tuvo loables incursiones en las corales “Lumière y compañía” o “¡Hay motivo!”, y en televisión en “La huella del crimen” y “Los jinetes del alba”. Pero esta amarga recta final no empaña la figura de un incansable que, aunque llevaba ya seis años inactivo, decía tener la vitalidad suficiente para viajar, conocer mundo y, sobre todo, verse de dos a tres películas por día. Un ejemplo de pasión por el cine y una trayectoria apegado a una manera de concebir el séptimo arte. Hasta el final. Un maestro y un autor que nos ha abandonado hoy a los 88 años. Descanse en paz.

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