sábado, 9 de agosto de 2014

LA CRÍTICA. Los Mercenarios 3

Placas colgadas del techo
“Un grupo de viejas glorias que todavía quieren ser rudos”. Esta frase, pronunciada en cierto momento de “Los mercenarios 3”, viene a resumir lo que ha sido esta franquicia desde que Stallone decidiera reunir a las añejas estrellas de acción de los 80 hace cuatro años. Una saga que comenzó desde el amor y el respeto hacia todo un género para evolucionar hacia una segunda entrega totalmente carente de prejuicios, un festival de humor y hostias que constituía la cinta de acción definitiva. Pero tanto sobre la primera como sobre la segunda sobrevolaba el fantasma de esas viejas glorias que se resisten a convertirse en simples placas de guerra tintineando junto a sus hermanos caídos.

Este fantástico recurso dramático es exprimido hasta el extremo con formidables resultados en esta nueva entrega. “Los Mercenarios 3” sigue teniendo el espíritu gamberro de sus predecesoras, con algunos chistes escondidos entre líneas –ese Bruce Willis “out of the picture”, el rescate de la prisión de Wesley Snipes, Banderas buscando desesperadamente trabajo y su homenaje a la legión española-, y una buena dosis de acción, de esa que hace que te crezca pelo en la barba. Pero también aporta un aura crepuscular a la trilogía sólo aplicable a las anteriores gracias a ese término tan explotado hoy en día que es la nostalgia. La figura del líder como padre de un grupo al que prefiere no ver comiéndose el lodo, el relevo generacional, el choque entre lo nuevo –muy metódicos y organizados, a lo “Misión: Imposible”- y lo viejo –que prefieren entrar rociando balas, sin preguntar-, y la idea de que son renegados de la sociedad, profesionales al servicio de su patria pero totalmente prescindibles para la misma.


Y, entre tanta reflexión catártica sobre la imagen del héroe cinematográfico forjado en gimnasio y pólvora está, por supuesto, la acción. Porque que reflexione no significa que aburra. “Los Mercenarios 3” es, ante todo, un excelente entretenimiento en el que las viejas caras nuevas son mucho mejor recibidas que la nueva oleada de Expendables, y en el que el ritmo no para ni en los tiempos muertos que se permite tomarse para presentar personajes y situaciones. En el primer caso, excelentes las aportaciones de Snipes, Ford y Grammer, y aunque Banderas está un poco sobreactuado, acabas haciéndote a su incontinencia verbal y tiene uno de los momentos más entrañables del film. En cuanto a Gibson, ofrece el villano más carismático y con mayores motivaciones de toda la trilogía, si bien su historia podría haber sido todavía más desarrollada.


Solamente tiene un impedimento, más allá de que el guión no sea todo lo férreo que pudiera –marca de la casa-, de que Patrick Hughes ponga el piloto automático en las escenas de acción y le falte experiencia y originalidad en su ejecución –vamos, no es Simon West-, o que el desenlace sea demasiado complaciente. Su gran problema es que ya la cinta de acción definitiva de “Los Mercenarios” se estrenó hace dos años, y el listón estaba demasiado alto. A la que nos ocupa le falta su descaro y su ausencia de vergüenza, además de Chuck Norris. Pero lo compensa con entretenimiento y su profunda y nostálgica mirada al action hero paternalista. Ése que se resiste a ser una placa más colgada del techo.

A favor: su aura crepuscular, las nuevas incorporaciones, y su sentido del entretenimiento
En contra: que exista la segunda parte

Calificación ***1/2

2 comentarios:

  1. es un acierto (Y muy gracioso) que le villano sea Mel Gibson jaja... creo que Stallone con todo esto se convirtió en el mas querible de todos los actores de su raza... y que estas películas están muy bien logradas... por supuesto, no me la voy a perder..

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  2. Jeje si te gustaron las otras dos disfrutarás de ésta. Para mí es la segunda mejor de la trilogía

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