miércoles, 30 de julio de 2014

LA CRÍTICA. Locke

Autopista hacia ninguna parte
Birmingham y Londres están separados por 163km de carretera. Sin tráfico, el trayecto lleva menos de hora y media. Es el trayecto que debe cubrir Ivan Locke en el tiempo justo si quiere recomponer una vida cuyos cimientos comienzan a tambalearse. Porque cuando estos fallan, lo que te ha costado edificar con años de sacrificio puede venirse abajo.

Un único actor. Un escenario que invita a la claustrofobia, encarnado en esta ocasión por un flamante BMW. Un dilema a resolver. Éstas son las cartas con las que juega “Locke”, la segunda película como director del guionista Steven Knight –su primer largo, “Redención”, era muy inferior al que nos ocupa a todos los niveles-, reputado guionista que ha prestado su firma a magníficos libretos como los de “Promesas del este” o “Dirty Pretty Things”. Una materia prima que ya ha sido utilizada anteriormente con grandes resultados. “Buried”, “Phone Booth” o  la reciente “All is lost” son excelentes ejemplos de ello.

“Locke” está más cerca del último caso que de los dos primeros. Aquí no hay un psicópata al otro lado de la línea, ni nuestro protagonista ni nadie de su entorno ha sido secuestrado y se le obliga a llegar a su destino en el menor tiempo posible. Lo que tenemos es a un hombre común que intenta ajustar cuentas con su pasado y evita cometer los mismos errores que todos aquellos que llevaron anteriormente su apellido. Y al otro lado del teléfono, que se convierte en un motor más de la cinta, familiares, amigos y compañeros de trabajo a los que debe dar explicaciones en una noche decisiva de su vida. En un mundo que usa la mentira como moneda de cambio cotidiana, y en muchos casos que prefiere vivir siendo engañado, Locke se postula como el último bastión de la sinceridad. En una sola noche puede perderlo todo o tejer un nuevo comienzo motivado por lo que él cree que es lo correcto. La diferencia entre una vez y nunca es el mundo entero, que diría su esposa en un momento del film.


El gran error a la hora de enfrentarse a “Locke” es, precisamente, esperar de ella algo más de lo que ofrece, un thriller edificado con cimientos de una historia corriente que podría ocurrirle a cualquiera. Y basar toda una película en un tipo de lo más normal que trata de evitar que su vida se derrumbe cuando se espera otra cosa es todo un riesgo, más incluso que dejar a un actor al volante, aunque dicho actor tenga la presencia y la carga de matices de un excepcional Tom Hardy.


A pesar de su dinámico montaje, el formidable uso de la fotografía y los sonidos, de su actor protagonista y de un guión de lo más sólido, el poder de “Locke” reside en la capacidad de su protagonista para despertar empatía en el espectador, y de la propuesta en generar suspense a partir de una trama que a priori carece de esto. Knight lo intenta angustiando a su personaje principal a lo largo de un largo camino de fracaso y redención, utilizando el plano detalle para atosigar y oprimir. Para muchos conseguirá su objetivo. Para otros incluso además será imprescindible por todos sus méritos cinematográficos. Para el resto, eta autopista no conducirá a ninguna parte.

A favor: Tom Hardy, su montaje, fotografía, guión,…
En contra: que el viaje puede no conducir a ninguna parte

Calificación ***

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