Suena el “Canadian
Sunset” del gran saxofonista y músico de jazz Gene Ammons. Pero esto no es una
película de Woody Allen. Tiene una forma de fotografiar los exteriores muy
otoñal. Pero no es una película de Woody Allen. Comienza directa al grano, con
un diálogo locuaz sobre las relaciones y las posibilidades de negocio. Pero no,
sigue sin ser una película de Woody Allen. Y aparece el mismísimo Woody Allen,
pero ni aún así es un film suyo.
Pero como si lo fuera. John
Turturro, en el que es su quinto trabajo tras las cámaras busca atraer al
público alleniano jugando en su
primer tramo con las cartas del maestro, para acaba sacándose un as bajo la
manga y cambiar las reglas del juego. Ya, en primera instancia, el primer
hándicap a superar es la imposibilidad de su argumento. Es difícil creerse a
Turturro como el amante perfecto, como un puto totalmente versado en las artes
y las letras, que parece saber lo que quieren las mujeres con solo chasquear
los dedos. Y que consiga hacerse con una cartera de clientes que cuenta con un
trío completado por Sharon Stone y Sofia Vergara, mucho menos.
Si consigues obviar
esta imposibilidad, que no es cosa fácil, lo que resulta es una comedia
elegante, modesta y con cierto encanto puntual, pero que se queda simplemente
en eso. Pese a sus intentos de emular al maestro neoyorquino en delicioso tramo
inicial, el encanto se va diluyendo conforme avanza la trama, coincidiendo con
el hecho de que Allen se prodiga cada vez menos en pantalla, y de que la
historia pega un giro hacia el dramatismo justo en el momento en que Vanessa
Paradis, que está correcta en su papel, hace aparición en escena. El conjunto
acaba desbalanceado y todos sus intentos de mofa a los estereotipos culturales
y sociales de la Nueva York alleniana
quedan en el tintero. La sensación es la de película desaprovechada, de
historia que podría haber dado más de sí.
Así que lo que nos
queda es, precisamente, Woody Allen. El cineasta, aquí actor, es el perfecto
contrapunto cómico al soso Turturro, que no resulta demasiado carismático en su
rol de latin lover. Él es el alma de
esta comedia simpática. “Éste puede ser el comienzo de una bonita relación
amorosa… entre los tres”, dice Allen en los minutos finales. No, Woody, en
cuanto hace acto de presencia una tercera persona, la propuesta se resiente.
Tres son multitud.
A
favor: Woody Allen, básicamente
En
contra: el momento a partir del cual empieza a aparecer menos Woody Allen
Calificación: **
Visto en Las cinco del viernes (26 de septiembre, 2014) | Cine al día.
ResponderEliminar:)
Muchísimas gracias por mencionarnos en el artículo, compañero. A mí particularmente se me hizo pesada, es un "quiero ser Woody Allen" constante (fotografía, uso de la música, historia) y un "no puedo ser W.A. aún más constante. Graciosa, entretenida a ratos, pero poco más. En cuanto Allen abandona la escena, el conjunto se desploma.
ResponderEliminarUn saludo.