jueves, 8 de mayo de 2014

El Corto Cinéfago: Dientes de otro

Un habitual de este blog, Manuel Ortega Lasaga, tiene nuevo cortometraje. Se titula “Dientes de otro”, y todo empieza cuando dos vagabundos encuentran un cadáver putrefacto cuyos dientes pueden tener un valor significativo para ambos. Un corto que tuvo su estreno en pleno Día de los Inocentes, con lleno absoluto, y que recientemente tuvo el honor de participar en el Festival de Málaga, y que ha generado división de opiniones, yendo de lo divertido a lo repugnante, objetivos que según su creador buscaban al gestarla. Pues objetivo logrado con creces. No puedo facilitar el corto en abierto, pero sí el tráiler, una entrevista a su director y mi particular crítica del cortometraje. Y recuerden, no se fíen del Ratoncito Pérez.

TRÁILER



ENTREVISTA A MANUEL ORTEGA LASAGA



LA CRÍTICA
Cuidado con el Ratoncito Pérez
En su clásico “Winchester 73”, Anthony Mann hacía pasar de unas manos a otras un rifle como elemento de relevo argumental, como objeto desencadenante de una trama de venganzas. Algo parecido, aunque como herramienta dramática, hacía González-Iñárritu en “Babel”, transformando un arma en una gigantesca mariposa cuyo batir de alas condicionaba de igual manera la vida en Oriente y Occidente. En su nuevo trabajo en el corto, Manuel Ortega Lasaga no utiliza un revólver como mecanismo detonante de la trama, sino unos dientes extraídos a un cadáver en descomposición, los cuales irán pasando de unas manos, o estómagos, a otras, ofreciendo todo un muestrario de lo peor de la condición humana.


El cántabro sirve con su costumbrismo y buena dosis de vulgaridad habitual una historia de ajustes de cuentas y lucha por la supervivencia de esas que ponen los pelos de punta. Ajustes motivados por la codicia, las ansias de una vida mejor, los celos… Lasaga traslada a sus infraurbanitas al extrarradio, y lo que resulta es un putrefacto –en el buen sentido, claro- y perverso cuento repleto de vagabundos, chonis, asesinos, pederastas y demás seres del inframundo, a los que el realizador trata con su característico humor surrealista, con el cariño y a la vez la distancia del padre que ama y que evita juzgar a sus retoños.


Es precisamente su sentido del humor entre vulgar y cotidiano lo que puede tirar a más de uno para atrás a la hora de ver “Dientes de otro”, mezclado con un humor negrísimo mezcla de gore y slapstick. Porque o le pillas la gracia al chiste, o la broma resulta de lo más pesada. Lasaga trata con tanta cotidianidad y brutalidad determinados temas espinosos que puede herir sensibilidades en una época en las que éstas están más a flor de piel que nunca, y por ello estamos ante su trabajo más arriesgado, sin duda el más incómodo e indigesto a la vista de toda su trayectoria. Pero también ante el más personal, ése que supone un compendio de toda su filmografía anterior, y que culmina en una explosión de mala baba como nunca se había visto antes en su cine. Los personajes extravagantes, ridículos, estrambóticos, y sus actores fetiche, las situaciones surrealistas, imposibles, ese humor gamberro,… Todo ha estado siempre ahí, pero ahora le ha inyectado esteroides y está desbocado.


Y yo lo aplaudo. Porque cuesta encontrar un cineasta que alcance una madurez creativa de tan alto nivel como demuestra Lasaga en este cortometraje, y sin necesidad de recurrir al largometraje para definirse como autor. Da lo mismo que en algunos momentos haya ecos a David Lynch o John Carpenter en su propuesta. Tiene voz propia. Respira. Es salvaje, canalla y grotesca. Repugnante y repulsiva según se la mire. Pero también valiente. Y nos lanza un macabro mensaje de advertencia: no nos fiemos tanto del Ratoncito Pérez; no siempre nos deja buenos regalos bajo la almohada.

A favor: es la obra más salvaje, grotesca y personal de su director
En contra: puede ser incómoda de ver para más de uno


Calificación ****1/2

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