Pura provocación, pura insatisfacción
Sexo explícito y Von
Trier. Una mezcla que es pura dinamita, tan explosiva como si se le permitiera
realizar una película sobre el Holocausto. Una invitación a la provocación de
un provocador nato, un cineasta que hace de la polémica que rodea a cada nuevo
trabajo su mejor herramienta publicitaria, y que en esta ocasión ha precedido a
cada aspecto de la producción del film. Hasta tal punto que a lo que asistimos
es a la mitad de un cuadro que ni siquiera ha sido aprobado por su autor, que
se reserva cinco largas horas para un fresco definitivo que, supuestamente,
verá la luz a lo largo de este año.
Y así se nos presenta
“Nymphomaniac”, su nuevo experimento fílmico, como un nuevo intento de
insurrección fílmica de un gran danés que busca siempre poner el dedo en la
llaga. Y visto este primer volumen, se puede decir que se ha pasado mucho de
listo, y que no era para tanto semejante alboroto. No lo es puesto que el sexo
es algo común, y a estas alturas ya somos mayorcitos para escandalizarnos ante
cualquier escena de sexo explícito, como si estuviéramos viendo una película
porno y por eso debiéramos taparnos los ojos para acabar mirando entre los
dedos.
Lo realmente polémico
es con qué mezcla sus escenas sexuales, que aviso desde ya que están totalmente
justificadas dentro del relato, qué herramientas usa Von Trier como hilo
conductor de la historia de esta mujer enferma incapaz de sentir algo más allá
de su propia satisfacción carnal. El director tira de la pesca con mosca para
definir la personalidad de su protagonista, de la secuencia de Fibonacci para
describir las embestidas de sus amantes y los trítonos medievales y Bach para identificar
sus prácticas sodomitas, la energía cinética como primera experiencia sexual, o
a Edgar Allan Poe para hablar del delirio. Una suerte de búsqueda aleatoria en
Wikipedia de la que le han salido conceptos que hilar con la historia.
Von Trier mira con
desdén a su personaje principal, desde la distancia, a esa Joe que encarna con
dureza, que no con convicción, Charlotte Gainsbourg de mayor, y en su juventud
una frágil y sensual Stacy Martin, a esa mujer que es a la vez juez y verdugo
de sí misma. Y con esa misma distancia te sientes viendo “Nymphomaniac”, como
una colección de pasajes sexuales que funcionan bastante bien de manera
aislada, yendo de lo sórdido a lo puramente tragicómico –hilarantemente trágica
la escena con Uma Thurman-, pero que en conjunto esgrimen una sinfonía de notas
discordantes, una obra irregular en intenciones y desarrollo, partiendo de un
arranque que ya de por sí es poco verosímil.
Con “Antichrist” y
“Melancholia” me vino a pasar lo mismo que con el cine de David Lynch, sin por
ello acercarse el danés al maestro estadounidense. Un hombre capaz de hacer de
la incomprensión de su obra una herramienta de atracción. En “Nymphomaniac”,
esa atracción no se produce. Su cinismo y prepotencia habituales siguen
presentes, pero no ha sido capaz de transmitirme lo más mínimo. Me he quedado
como Joe al final, incapaz de sentir nada. Prometía una propuesta con pedigrí y
se ha quedado en pura insatisfacción. Nada de carnalidad ni moralidad. Von
Trier parece haberse quedado sin algo que contar. O será que aún me falta por
ver la otra mitad del cuadro. Y aún así, algo ha conseguido, pues me despierta
un morbo indescriptible saber cómo continúa.
A
favor: algunos pasajes aislados realmente funcionan, y
Stacy Martin
En
contra: el mismo arranque de la historia y la sensación de
que Von Trier no sabe qué contar y cómo rellenar el metraje
Calificación **
No me gusta mucho Von Trier. Sus películas me parecen pedantes. Me da mucha pereza ver esta película.
ResponderEliminarUn saludo.
Creo que ni fumado va a caer.
ResponderEliminarA mí hay filmes suyos que me encantan, como Melancholia, Dancer in the dark y Antichrist, pero otras como Los idiotas o Dogville me resultan pesadísimas. Ésta pertenece a este último grupo. A por la segunda iré en unos días, a ver si mejora ver el cuadro completo.
ResponderEliminar