viernes, 22 de noviembre de 2013

LA CRÍTICA: Don Jon

Me masturbo, luego existo
“Sí, no lo puedo negar. Este sonido me pone el rabo como una piedra”. Así de contundentes son las primeras palabras que Don Jon dedica al espectador. Un Don Juan con todas las de la ley. Un joven atractivo y seductor al que no le importan pocas cosas en la vida: su familia, su casa, su coche, su cuerpo, su iglesia, su familia, sus chicas,… y su porno. Puede tener a la chica que desee, y de hecho cada noche su cama recibe a una huésped diferente. Pero ninguna le otorga la misma satisfacción que sus diosas virtuales. Ni siquiera la chica soñada, esa chica 10 que tiene las sinuosas curvas de Scarlett Johansson.

“Don Jon” es, posiblemente, la comedia más sincera y directa de los últimos tiempos, una propuesta masturbatoria y realista sobre los tiempos que corren, marcados por la facilidad de fantasear con sólo hacer un click. Tiene menos tapujos que la verborrea de la que hace gala su protagonista, habla sin miramientos sobre la deshumanización de la iglesia, la familia y las relaciones personales. Don Jon y los que le rodean están repletos de clichés, pero lo más triste, y lo que puede molestar a más de uno, es que existen realmente. Esa forma tan vejatoria y machista de tratar al sexo opuesto, y esa idealización del amor de ellas, es tremendamente realista.


Y el problema que tiene su protagonista también lo es. La adicción a ese sexo que distorsiona la realidad otorgado por el porno no es más que el culmen de la sociedad de la desconexión, de la incapacidad para intimar de una especie que ha sustituido el tú a tú por el intercambio de mensajes instantáneos gratuitos. En ese sentido, sorprende el camino que toma la propuesta, una vez pasa de ser una comedia contada con una efectiva agilidad –ayuda a ello su montaje, que a alguno le podrá parecer repetitivo, pero necesario, y un magnífico secundario interpretado por Tony Danza- a un film con algo que contar, y que en su discurso recuerda a la notable “Shame”.


Pero, sobre todo, “Don Jon” demuestra que Joseph Gordon-Levitt es un todoterreno, y no sólo ante la cámara. Su dirección no es perfecta –no hay aún un sello personal, ya que hablamos de un debut, con  las limitaciones que ello conlleva-, y tampoco su guión –se echa de menos más desarrollo en algunos de sus personajes, como el de la siempre estupenda Julianne Moore-, pero al menos tiene algo que contar. Con esto ya consigue más que muchos actores que se sientan al otro lado de la cámara. Una ópera prima que augura una carrera a seguir muy de cerca, aunque sea por encontrar el orgasmo que sólo el onanismo cinematográfico, apto o no, puede proporcionar.

A favor: su sinceridad y que su director tiene algo de qué hablar
En contra: habrá quien la tache de misógina, y quien se sienta ofendido por ello; una estructura necesariamente repetitiva

Calificación: ***1/2

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