Christopher Nolan ya
nos aleccionaba en “The Prestige”: todo efecto mágico consta de tres partes. En
la primera se presenta algo ordinario, permite que el público lo examine, que
compruebe que no tiene nada raro. Pero no es así. En la actuación, el mago
consigue hacer lo ordinario extraordinario, y aunque trates de descubrir el
truco, será imposible, pues en el fondo queremos ser engañados. Pero aún no
toca aplaudir, porque falta la última parte, el prestigio, la más complicada, ésa
en la que el truco supera todas las barreras concebibles por la razón.
“Ahora me ves” sigue a
rajatabla la lección, pero se centra en la segunda parte, en revestir el truco
de fuegos artificiales a modo de distracción. Cuanto más cerca mires, menos
verás realmente, más fácil será engañarte. Y lo hace, paradójicamente,
alejándose de aquello que se supone que es por su trama y su tráiler. No es una
película sobre la magia, y esto puede decepcionar a más de uno, sino que esto
es una excusa para articular un film policiaco, una especie de “Ocean’s Eleven”
setentero –la banda sonora ayuda a afianzar sus referencias- pero sin la
cuadrilla, ni el carisma, de George Clooney. Y si pretende pertenecer a este
género, existen también trabajos muy superiores.
Con este referente, la
cinta viene a contar realmente la historia de cuatro magos que más que
prestidigitadores, son habilidosos trileros. Cuatro estafadores que presentan y
desarrollan sus trucos de manera vistosa, pero cuya resolución es tan simple
como predecible. Esto se refleja perfectamente en los supuestos trucos de magia
en forma de gag visual que atesora la propuesta. Los más aparatosos deben tirar
de un cantoso montaje y efectos especiales para funcionar, y a la postre son
los más inverosímiles, mientras que los más simples y pequeños funcionan como
un reloj. Y al final, cuando supuestamente debe llegar la sorpresa que deje
descolocado al espectador, el truco es tan simple que la gran ilusión final se torna
demasiado previsible, y el truco ya no tiene efecto.
“Ahora me ves” es,
pues, una película que juega a engañar al espectador convencida de que con un
sencillo juego de espejos puede alcanzar su objetivo, y acaba resultando menos
inteligente y avispada de lo que ella misma cree que es. Eso sí, Louis
Leterrier se muestra tremendamente habilidoso con las manos y logra a través de
su enérgica dirección que no nos aburramos. Además, su reparto está tan
correcto en sus papeles como estereotipado. Por ejemplo, Jesse Eisenberg hace
de nuevo del listillo que habla a toda pastilla, Woody Harrelson es el
sarcástico, y Michael Caine y Morgan Freeman simplemente están para aportar
algo de solvencia, pero sin ningún tipo de esfuerzo por su parte. De forma
individual funcionan, pero como grupo ya no tanto. Pero su envoltorio no es
suficiente si acaba quedándose la propia película con la misma cara de tonto
que Mark Ruffalo a lo largo de su metraje. Se le ve el truco a la media hora de
comenzar, o será que soy muy incrédulo y no creo en la magia. Aunque en el
primer truco que nos presentan, he caído y he pensado la misma carta que la
incauta. Será casualidad.
A
favor: la dirección, y que entretiene
En
contra: es menos inteligente de lo que ella misma cree
Calificación: **1/2
Buenísimo texto. No me atrae la película, pero ahora ante esto capaz en su momento le dé una oportunidad. Igual, siendo Leterrier un director tan básico, no me esperaba mucho.
ResponderEliminarEn fin, nos leemos! Reactivé mi blog, asi que estoy a full de nuevo.
Abrazo!
Vaya, bienvenido Pablo! Muchísimas gracias por tus palabras, y me pasaré por el blog, que se te echaba de menos. Nos leemos
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