lunes, 10 de junio de 2013

LA CRÍTICA: Stoker

El poder de la sangre
Que el título de esta reseña no lleve a engaño. No se está haciendo referencia a la excelente guía vampírica de Pedro L. López. Que tampoco engañe el título de la película. En “Stoker” no hay vampiros, o al menos no tal y como los conocemos. No está el chupasangre al que hiciera famoso Bram Stoker, tan explotado dentro de la cultura popular y tremendamente reconocible para el gran público debido, fundamentalmente, al séptimo arte. Y sin embargo, algo de vampírica tiene esta película. Hay algo seductor en ella, magnético, depredador, que la liga con los seres de la noche que hemos visto mil y una veces en el celuloide.

Lo que propone “Stoker” es un ritual de iniciación hacia la maldad regido por las relaciones consanguíneas entre familiares, una especie de “La sombra de una duda” de Hitchcock pero con resultados muy malévolos en la perturbadora relación que se establece entre un misterioso tío, recién llegado a la familia tras el fallecimiento en extrañas circunstancias de su hermano, y su sobrina, una aparentemente cándida joven que esconde en su interior una oscuridad aterradora, unas aptitudes de cazadora humana innatas.


Su historia está muy trillada, sí, pero qué importante es la presentación por encima de la trama. Para eso tenemos a Park Chan-Wook, un cineasta que sabe bastante de pasajes macabros –recordemos que suya es la Trilogía Vengeance- teñidos de una poesía visual única. Eso es lo que más destaca de la película, que en su salto a Hollywood el cineasta surcoreano haya sido capaz de mantener su impronta personal y conferir a una partitura tan repleta de lugares comunes y tópicos cierto toque de estilo que la aleja de otras propuestas similares. Su fotografía es sublime, la banda sonora acompaña perfectamente a la narración y la hace aún más perturbadora, el sentido esteta del montaje de Chan-Wook está presente y sus intérpretes, en especial el inquietante y omnipresente Matthew Goode y la inocentemente perversa Mia Wasikowska, están muy bien dirigidos. Sorprende que, estando ligeramente encorsetado dentro de las leyes de la industria de Hollywood –es un proyecto de encargo que dura bastante menos que todas las que ha realizado hasta ahora-, salga indemne y le dejen aplicar su personal sello autoral.


No obstante, ahí reside su principal problema, que aunque su estilo sobresalga por encima del conjunto, el guión, más allá de sus tópicos, su previsibilidad y sus agujeros argumentales, no está a la altura de nada de lo que haya hecho el cineasta hasta ahora. Guión y realización no van de la mano, a pesar de que el libreto sea bastante fuerte y extraño dentro del panorama actual –lo escribe, atención a esto, el protagonista de “Prison Break”, Wentworth Miller-, y tras una primera hora sugerente, su media hora final no puede evitar caer en la verborrea excesiva y la película se hace demasiado masticada para ser entendida por un público más mayoritario. Y es que por mucho que s metraje se vaya tiñendo poco a poco de rojo, por mucho que el envoltorio sea profundamente llamativo, “Stoker” tiene muy poco que rascar bajo su preciosa superficie.

A favor: la pulcra y elegante dirección de su director, su reparto
En contra: que no hay tanta profundidad bajo su suntuoso envoltorio
Calificación: **1/2

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