Cuba bajo el terror de los zombis
El cine de zombis se ha
prestado casi desde los tiempos de plenitud de Romero a todo tipo de revisiones
socio-políticas, un aspecto que ya parece obligado en cualquier película en la
que los muertos vivientes hagan de las suyas. Pero no debemos olvidar ese otro
gran aporte de este tipo de películas, que es el entretenimiento. Y cuando la
comedia y el terror se unen en perfecta armonía el resultado es formidable, y
si no que se lo digan a la ya mítica “Shaun of the dead” o a la reciente “[·REC]:
Génesis”.
No es casualidad por
tanto que, en su segundo trabajo, Alejandro Brugrés escoja la comedia zombi
para analizar la realidad histórica de esa fallida utopía socialista llamada
Cuba, venida precisamente de un pueblo experto en reírse de sí mismo. Con “Juan
de los muertos”, Brugrés aprovecha para lanzar dardos hacia el régimen
castrista y la Cuba de los últimos 20 años, o como diría su protagonista, hacia
el Periodo Especial y lo que vino después.
Todo lo que ocurre en este
film es lógico. Donde otros países habrían sentido vergüenza histórica –mejor no
poner ejemplos de ello-, los cubanos han sabido salir adelante y aprovechar
cualquier crisis actual, poner la otra mejilla y sacar tajada de ello. Así, los
hilarantes protagonistas de la historia –sensacional la pareja central, Alexis
Díaz de Villegas y Jorge Molina-, cuales cazafantasmas, se dedicarán a hacer
dinero limpiando su ciudad de putrefactos, aunque no con los resultados que
ellos esperan.
Hasta este punto, todo
funciona bien en “Juan de los muertos”. El problema es que, si vas a aprovechar
el género para hacer sangre, debes asegurarte de no quedar a medio camino en
tus intenciones. Y si de paso quieres entretener y hacer reír, debes conseguirlo,
no quedar en el intento.
Esta cinta es
precisamente eso, un quiero y no puedo. Los continuos ataques a la realidad
cubana parecen tímidos, como preocupados por el qué dirán y por las
consecuencias. Y, por si fuera poco, a la media hora los gags son repetitivos y
previsibles, tanto que la oportunidad de entretener también se diluye. Sus
toques de ingenio, que los tiene –el baile y la decapitación zombi,
posiblemente lo mejor del conjunto, y cómo los personajes sacan provecho de la
crisis-, no resultan trascendentales si el tratamiento es vergonzoso, y eso a
pesar de unos créditos finales que abrazan la novela gráfica en la que esta
historia tendría sin duda un mayor futuro. Una lástima, porque había potencial
en la propuesta.
A
favor: los créditos finales y algún puntual toque de
ingenio
En
contra: se queda a mitad de camino tanto como discurso socio-político
como entretenimiento
Calificación: **
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