Semillas de rencor
Cuando se lee algo
acerca de “Red State”, debe quedar claro si quien lo firma es defensor o
detractor de Kevin Smith. Porque a este irregular cineasta, que pasó de ser uno
los padres de la comedia underground americana de mediados de los 90 a
dinamitar su carrera en los cómics, en sus delirios de grandeza –no olvidemos
sus intentos de meter mano a “Star Wars”, y el posterior rechazo por parte del
mismísimo George Lucas-, y en intentos de reinvención appatowianas –sí, “¿Hacemos una porno?” tiene mucha gracia, pero es
una película absolutamente impersonal-, o se le ama o se le odia.
Fruto de esa
irregularidad nace esta “Red State”, con la que Smith pretende pasarse al
terror, dejando atrás la comedia con diálogos cargados de cultura pop de sus
comienzos. Y debo dejar claro que, exceptuando la hilarante e imposible “Dogma”,
no soy nada fan de la carrera de este director. Ni le amo ni le odio,
sencillamente me es indiferente, así que esta crítica no está condicionada en
absoluto por un juicio de valor hacia su responsable.
La película, por tanto,
ha generado división de opiniones. ¿Es “Red State” tan odiosa como algunos
aseguran? En mi opinión, no, aunque sí que se queda a medio camino de sus
posibilidades. Pero vayamos por partes, y aviso que pueden venir spoilers.
Podemos dividirla en
tres partes, más un epílogo. La primera, y quizá la que más sobra, comienza con
la presentación de tres chavales de la era “American Pie” que buscan sexo por
Internet, y contactan con una señora mayor que quiere montarse un trío con los
tres. Empieza entonces el segundo acto, en el que la señora les droga y acaban
siendo víctimas de un grupo religioso homófobo que ajusta cuentas contra los
homosexuales y los libertinos en nombre del Señor. Aquí, Smith juega con el torture porn, pero sin abusar del
género, pese a la generosa cantidad de hemoglobina de algunas escenas.
¿Dónde está el terror, ese que la ha hecho triunfar en el último Festival de Sitges? Pues en el acierto del director de transmitir el fanatismo religioso de la
América profunda donde se plantan semillas de rencor, y los actos que en su
nombre se cometen. Lo hace a través del sermón del gran Michael Parks, un
veterano de lujo convertido en el predicador en cuyas palabras se percibe
verdadera amenaza y miedo, secundado por la soberbia Melissa Leo.
En su última media hora
llega el tercer acto, un tiroteo entre cristianos y figuras de la ley,
capitaneadas por el siempre solvente, e injustamente menospreciado, John
Goodman, en unas escenas de acción en las que Smith se muestra
sorprendentemente habilidoso. “Red State” se convierte, pues, en un ataque
directo no sólo al fervor religioso llevado al extremo, sino a las fuerzas del
orden y el conflicto de intereses de estas últimas, que prefieren considerar a
los sectarios como terroristas antes de admitir un error.
El gran problema de
este vaivén de temas llega en lo desdibujado que acaba su discurso frente a su
forma. El epílogo guarda una moraleja, pero esta ha quedado relegada a un
segundo plano entre tanta escena de acción y suspense de impecable resolución
técnica. A Kevin Smith se le puede acusar de pasarse de listo, de creerse más
importante de lo que es, y este intento de “Los renegados del diablo”, con la
que guarda varias similitudes en fondo y aspecto, se queda en agua de borrajas
en sus intenciones.
Pero no estamos, para
nada, ante una mala película, sino ante el despertar de un realizador que se ha
descubierto a sí mismo como un reaccionario. Una película imprevisible –que nadie
se encariñe con ningún personaje, pues cualquiera puede morir-, molesta en su
contenido y que no dejará a nadie indiferente. Si Smith está asqueado del cine
y el mundo, y quiere retirarse levantando polvo, lo ha conseguido.
A favor: Michael Parks
y Melissa Leo; lo extraordinariamente cómodo que está Smith en las secuencias
de acción
En contra: su discurso
se queda a medio camino en sus intenciones
Calificación: ***1/2
Ya la tenía apuntada. Sólo queda elegir el momento para verla.
ResponderEliminarSaludos.
Si no fuera porque este autor tiene títulos que me encantan... no me habría decepcionado más tanto. Esta peli tiene cosas que me gustan mucho pero no la perdono que sea tan lenta, larga y aburrida y repetitiva por momentos.
ResponderEliminarMe ocurre al contrario que a ti, Manu. Smith nunca ha sido mi fuerte, y de hecho sus pelis, a excepción de Dogma, jamás me han dicho gran cosa. Pero aquí le reconozco brío y huevos, por una vez. Y no se me ha hecho larga ni repetitiva, aunque sí se queda a medio camino de lo que pretende su discurso. Aún así, la he disfrutado.
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