Tarde
o temprano, George Clooney acabaría vertiendo las tintas de su orgullosamente
público activismo político contra los dirigentes del mundo, contra las manos
que mueven los hilos y rigen nuestro futuro. Y ha sido en su cuarto trabajo
como director tras la espléndida “Confesiones de una mente peligrosa”, la
magistral “Buenas noches, y buena suerte”, y la menor y ligera “Ella es el
partido”, cuando ha decidido lanzarse al ataque, en una época en la que la
política se encuentra desvirtuada como servidora del pueblo, por culpa sin duda
alguna de los que la manejan.
Clooney se reserva un
pequeño pero decisivo papel en este circo, creando un candidato al que
destrozar, inexistente en la obra teatral en que se basa, un hombre de
aparentes firmes convicciones en el que todos creen y cuya imagen se va
desmoronando a ojos del idealista protagonista,
Ryan Gosling, que deberá debatirse entre la lealtad a su partido y sus ideales.
¿Verdad o política? He ahí la cuestión.
Clooney acierta en su
dirección de actores, un elenco de estrellas que se luce totalmente, desde el
magnético Gosling hasta los siempre solventes Philip Seymour Hoffman y Paul
Giamatti, dos actores a los que siempre merece la pena ver en pantalla, pasando
por la cada vez más imprescindible Marisa Tomei y el carisma del propio
director/actor.
Pero al guión se le ve
el plumero, y de qué manera. “Los idus de marzo” hace honor a la hipocresía de
su propio título –los idus eran fechas en el calendario romano que traían
buenos augurios, pero en los idus de marzo fue asesinado por sus senadores
Julio César, que jamás creyó que algo pudiera ir mal en esas fechas- y su
discurso hace gala de cierto maniqueísmo y de un descarado oportunismo.
Clooney apuesta por una
puesta en escena simple para contar algo que él cree importante, con una
solemnidad que raya lo insoportable por panfletaria, y el film acaba resultando
irregular. Porque es durante la segunda mitad del metraje cuando transcurre lo
más interesante, tras un primer acto interesante pero aburrido. La película
cambia de rumbo hacia el thriller conspiranoico
e inteligente al más puro estilo Lumet o Pollack, muy logrado en su factura
cinematográfica, pero que llega demasiado tarde para levantar el conjunto. Y no
le ayuda nada que a la memoria te venga esa obra maestra del cine contemporáneo
que es “El escritor”, de Roman Polanski.
A
favor: su reparto, y su giro hacia el thriller en su
segundo acto
En
contra: su giro de guión llega tarde y su discurso es
demasiado oportunista y panfletario
Valoración: **1/2
Aun no he visto ninguna peli dirigida por Clooney. Sobre las pelis de política norteamericana, tengo mis reservas.
ResponderEliminarSaludos.
Ya somos dos. El cine sobre política norteamericana suele aburrirme, salvo honrosas excepciones. Del Clooney director prefiero "Buenas noches, y buena suerte". Magnífica.
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