De día es especialista
de cine. De noche, es tuyo durante cinco minutos si necesitas un conductor
experto en fugas. Se le conoce simplemente como Driver, como el antihéroe
anónimo de los spaghetti western de Sergio Leone, y no tiene pasado ni vida
aparente. Es, sencillamente, un auténtico ser humano, un auténtico héroe…
Ya sea en sus créditos
iniciales en cursiva y rosa y su puesta en escena, que rememoran la estética
glam de filmes como “To live and to die in L.A.”, “Risky Business” o el
thriller negro de acción de los ochenta,
o en su electrizante banda sonora, lo que desprende “Drive” es pura nostalgia,
un aire retro que va desde esas
secuencias nocturnas aéreas de Michael Mann hasta las tramas criminales de
Walter Hill, pasando por el samurái Alain Delon de Jean Pierre Melville.
Driver es como el James
Caan de “Ladrón” o el Ryan O’Neal de “Driver”: un personaje frío, inmutable,
que jamás carga una pistola y no se involucra en nada, salvo cuando la
circunstancias lo requieren, y provisto de un inquebrantable sentido de la
justicia. Cazadora, palillo en la boca y botines… Lo suyo es guiar a los demás.
De su pasado no sabemos nada, ni lo sabremos todo. Sólo le conoceremos por sus
actos, que van desde la pasividad más absoluta hasta el más horrible de los
crímenes.
Imposible es aunar en
una sola crítica las referencias de las que se vale Nicolas Winding Refn para
construir este impecable ejercicio de estilo repleto de elegancia, sobriamente
narrado a ritmo de la música de Cliff Martínez, y que deja una extraña
sensación de placer culpable, especialmente por descubrir a estas alturas a un
cineasta que ya lleva bastantes trabajos a sus espaldas.
El director erige un
retrato de la figura del samurái solitario a través del contenido rostro de
Ryan Gosling, actor tremebundo donde los haya, en dos actos: uno inicial
prácticamente carente de diálogos, con silencios que dicen más que las
palabras, seguido de un giro de 180 grados al más puro estilo “Una historia de
violencia” de Cronenberg, donde predominan la acción y la violencia tarantinianas. Nada sobra y nada falta
en un thriller tan sobrio que se beneficia de unos secundarios de lujo –Albert
Brooks resulta amenazante sin necesidad de abrir la boca, alejándose de sus
papeles cómicos pero sin superar a Bryan Cranston, y Carey Mulligan aporta
candidez y fragilidad a la propuesta-, una fotografía excelente y una
composición de planos que deja secuencias que se prevén icónicas, como la del
vengador enmascarado vigilando a Ron Perlman, la paliza en el ascensor o el
atraco a la casa de empeños y su posterior fuga. Una cinta que dado su
anacronismo puede quedar desfasada para algunos. O la amas, o la odias. Porque
el tipo de cine que rememora ya hace tiempo que pasó a mejor vida. Tristemente.
A favor: Ryan Gosling,
el uso de la banda sonora, la elegancia del realizador en la puesta en escena…
En contra: su
anacronismo y nostalgia pueden no ser del gusto de todos
Valoración: ****1/2
Ya sabes lo que opino del filme. Una maravilla que desafía el tiempo. Excelente a nivel técnico. A mi me llegó y mucho. Me gusta el fragmente de la canción del final como principio de la crítica.
ResponderEliminarUn abrazo amigo!
Muy de acuerdo en todas las opiniones. Este film despierta una pasion increible. Sus personajes son tan melancolicos y nostalgicos que son imposible de no admirarlos.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias Daniel y Emilio. El público no la ha entendido como debe. Eso o, más bien, la han vendido como lo que no es: una nueva Fast & Furious. Así se ha llevado malos comentarios de los espectadores en Estados Unidos. A la crítica, en cambio, le está encantando. Y es que su ejercicio de nostalgia y melancolía puede quedarse anticuado para algunos, pero si logras entrar en su dinámica es una delicia. Una auténtica joya, una auténtica obra maestra... Esperemos que el tiempo la ponga en su lugar. Yo por lo pronto he tenido que hacerme con la banda sonora, porque me ha dejado tonto.
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