El experimento Spielberg
Hollywood siempre ha tenido tendencia a mirar al pasado. Ya sea en un ejercicio de nostalgia –las recientes “Insidious” o “Devil (La trampa del mal)” son buena prueba de ello, tratando de recuperar parte del terror creepy ochentero- o pura comercialidad en forma de remake, o sencillamente falta de nuevas ideas, este año hemos recibido propuestas con sabor añejo.
La última, y posiblemente el culmen de todas, es “Super 8”, que debe su título al formato en que su creador, JJ Abrams, y su productor, Steven Spielberg, filmaran sus primeros y más modestos trabajos caseros mucho antes de convertirse en titanes del cine. Y precisamente lo que tenemos en esta película, no por casualidad, es un homenaje a la fórmula que el Rey Midas de la industria explotara hace casi tres décadas.
En “Super 8” tenemos un ente que quiere volver a casa y acosado por militares, paranoias y conspiraciones gubernamentales, y sobre todo un grupo de chavales que, en cada plano, desprenden buena química y nos recuerdan a la camaradería Goonie. El aroma del film de puramente familiar, ayudado por la soberbia ambientación, la buena mano de Abrams -ya convertido en imprescindible gracias más a la renovada “Star Trek” que a la archiconoda “Lost”- tanto en las escenas dramáticas como en las de acción, la banda sonora de otro grande, Michael Giacchino, y un grupo de jóvenes actores que merecen una matrícula de honor por la veracidad de sus interpretaciones y el buen rollo que tienen entre sí, como si fueran amigos de toda la vida.
Con todo esto, Abrams logra rozar su objetivo, que es realizar un macro experimento de nostalgia cinéfila en torno a papá Spielberg, que no por casualidad es el productor de la cinta. Y aunque los últimos veine minutos, tras todo el suspense generado en torno a la criatura durante su magistral primer acto –procura ocultarla como en “Tiburón” lo máximo posible-, que casi la hace merecedora de la nota más alta, sea de lo más flojo y tópico de la película una vez se desvela el misterio, la tarea le sale bastante redonda, muy entretenida y con un cuidado por sus personajes y por mantener la atención del espectador al mismo tiempo.
Sin embargo, he dicho que logra rozar su objetivo. Y es que “Super 8”, aunque activa nuestra melancolía, es un entretenimiento de verano pasajero, un producto que pese a su forma y fondo, no consigue estar a la altura de aquellos títulos con los que los de mi generación, y otras tantas, nos criamos y soñamos. Las nuevas generaciones no encontrarán su propio Goonie, más que nada porque el cine ha cambiado, y nosotros también. Y Hollywood debería aprender la lección final de la cinta: hay que dejar pasar las cosas y seguir adelante.
A favor: su nostalgia roza el estilo de los films a los que homenajea
En contra: sus veinte minutos finales, y que, desgraciadamente, este tipo de cine ha pasado a mejor vida
Valoración: ****
Leyendo tu crítica veo que nuestras opiniones son casi iguales: en la primera parte de tu crítica estaba viendo mi propia opinión del filme! Sin embargo, sí discrepamos en esa "nostalgia": tú crees que está pasada y que no debería volverse atrás (porque,como con mucha razón dices, el cine cambia, y los gustos/personas también), yo egoístamente ruego que se vuelva a ese estilo porque la nostalgia que genera es un aluvión de emociones increíblemente eficaz para la película.
ResponderEliminarMe alegro que este filme esté entre nuestras favoritas y que, además, seamos fans hechos y derechos de LOST. jajaja
Un saludo!