domingo, 29 de mayo de 2011

LA CRÍTICA: Sin identidad


La identidad de un artesano

Podría acusárseme de simplista, pero creo que los directores pueden clasificarse en dos categorías: los autores, esos que ya desde su primera película apuntan maneras de genio y sorprenden con un estilo muy personal, y los artesanos, directores con mucho oficio pero muy poca o nula identidad cinematográfica, que dominan la técnica cinematográfica y son capaces de hacer algo tan difícil como gestar una obra original, dirigir un solvente producto comercial de encargo sin otra intención que entretener. En ocasiones los de este último grupo consiguen acceder al primero, y otras los autores consiguen hacerse buenos artesanos.

De Jaume Collet-Serra podría decirse que no tiene demasiado toque personal, pero nadie puede negarle que tiene madera de artesano, algo que le ha valido la confianza de todo un titán como Joel Silver. Fue capaz de lidiar con Paris Hilton y adaptarse al slasher adolescente en “La casa de cera”, ofreciendo unos minutos iniciales que son todo un portento; dirigió un film tan tramposo como efectivo, “La huérfana”, apropiándose del aroma clásico de predecesoras como “La profecía”; y ahora, con “Sin identidad”, apuesta por la intriga y la paranoia aderezadas con un toque inconfundiblemente europeo.


Por “Sin identidad” pululan desde el suspense hitchcockiano hasta la acción adrenalínica de la saga Bourne, pasando por el thriller europeo del “Frenético” de Polanski. Y Collet-Serra sabe brindarnos, como buen artesano que es, este cóctel de giros argumentales imposibles pero verosímiles con el buen oficio de un cineasta que dota a sus trabajos de un acabado pulcro, sobresaliente desde el punto de vista técnico y artístico.


Además, se permite jugar con la memoria de su protagonista y la agudeza del espectador –creemos saberlo todo antes que él, pero en lo que conocemos hay gato encerrado, aunque lo hayan visto nuestros propios ojos- como un maestro titiritero, con la vida de un sin nombre con el inexpugnable rostro de un Liam Neeson reconvertido tras “Taken” en estiloso héroe de acción, tan solvente y creíble en su papel de doctor desmemoriado como en su (SPOILER) doble identidad de asesino a sueldo (FIN DEL SPOILER).


De este gran intérprete, del buen hacer de un reparto convincente en sus interpretaciones -destaca la secuencia entre los magníficos Bruno Ganz y Frank Langella, dos agentes de bandos opuestos que recuerdan tiempos mejores para el espionaje -, de la buena mano de su director y de un Berlín tan gélido que parece no haber derribado aún su muro se beneficia “Sin identidad”, una película que no pasará a la historia del cine, pero que sin duda ofrece entretenimiento sin mayores pretensiones. Puede que Collet-Serra no tenga identidad propia como realizador, pero tiene tan buena mano para presentar su historia en imágenes –todo está bien equilibrado, desde las secuencias de acción hasta las de suspense- que ahí le tenemos, jugando en primera división con una propuesta que ha sido un éxito en Estados Unidos. Y además amena, algo no tan fácil de conseguir como algunos creen.  

A favor: la secuencia entre Bruno Ganz y Frank Langella
En contra: se queda en mero entretenimiento

Valoración: ***

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