Se nos ha ido un mito, una de esas actrices que han hecho historia en el cine, tanto por su extraordinaria belleza como por su enorme talento interpretativo. Elizabeth Taylor ha fallecido a los 79 años de edad dejando a sus espaldas algunas de las interpretaciones más sobresalientes del séptimo arte, hasta el punto de ser considerada por la AFI –American Film Institute- como la séptima mejor estrella femenina del cine norteamericano de los primeros cien años.
De padres inmigrantes norteamericanos en el Reino Unido, Taylo siempre reconoció que su carrera le fue impuesta, pues su madre puso todo su empeño en que su hija se convirtiera en una gran estrella, consiguiéndole papeles en anuncios y películas. Con 12 años ya era una estrella infantil, y a los 18 le llegó su gran momento al aparecer junto a Spencer Tracy en “El padre de la novia”, de Vincente Minelli. A partir de ahí su carrera fue en ascenso, y en la década de los 50 protagonizaría “Un lugar en el sol” (George Stevens, 1951), “Ivanhoe” (Richard Thorpe, 1952), “Rapsodia” (Charles Vidor, 1954), “Gigante” (G. Stevens, 1956), “El árbol de la vida” (Edward Dmytryk, 1957) –primera nominación al Oscar-, “La gata sobre el tejado de zinc” (Richard Brooks, 1958) –segunda nominación al Oscar y primera a los BAFTA-, y “De repente, el último verano” (Joseph L. Mankiewicz, 1959) –tercera nominación al Oscar-.
Tras ser nominada al Oscar tres veces seguidas logró la estatuilla en 1960 gracias a “Una mujer marcada”, de Daniel Mann, y tras esto se embarcaría en el complejo rodaje de “Cleopatra” (J. L. Mankiewicz, 1963), con la que se convertiría en la primera actriz en cobrar la por entonces astronómica cifra de un millón de dólares, cantidad que vería multiplicada por siete al haberse asegurado en su contrato un porcentaje de la taquilla. Después de esto su carrera fue entrando en declive, pero aún nos regalaría una formidable interpretación en “¿Quién teme a Virginia Wolf?” (Mike Nichols, 1966), que le valdría su segundo Oscar, y su última nominación, y su primer BAFTA.
Ya en los 80 y 90 comenzó una carrera puramente televisiva en series como “Todos mis hijos”, “Norte y Sur”, “Hotel” y “Los Simpson”, y en cine la veríamos en 1994 por última vez en “Los Picapiedra” (Brian Levant, 1994), todo un taquillazo que usó como uno de sus muchos reclamos la vuelta de la actriz al cine. Pero este retiro de la interpretación lo compensaba con su papel de activista de causas humanitarias, especialmente la lucha contra el sida. Matrimonios tortuosos, infelices –se casó casi una decena de veces, que se sepa-, una adicción al alcohol que le pasó factura a su vida pública y muy afectada por una salud delicada en sus últimos años, Elizabeth Taylor ha fallecido mientras dormía hoy 23 de marzo. Adiós a una mujer que fue más que una actriz, más que una estrella, incluso más que un mito. Como la calificaron los medios anglosajones, Elizabeth Taylor fue más grande que la vida misma. Descanse en paz, Dama.
Las dedicatorias a Liz son abrumadores, la red está que estalla y ella no se merecía menos, ya solo por esos ojos, se había ganado el cielo. Es tiempo de revisar toda su filmografía, gracias por recordárnosla.
ResponderEliminarUn saludo
Patri
Muchísimas gracias por tu comentario Patri. Tu avatar de Liz Taylor ya lo dice todo.
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