lunes, 10 de enero de 2011

Juanito Navarro (1926-2011)


 Genial cómico y uno de los máximos representantes, aunque fuera secundario siempre –de lujo, eso sí- de esa comedia española cañí surgida durante el franquismo y que se mantuvo con la llegada de la Transición. Juanito Navarro se pasó más de cuarenta años sobre los escenarios acompañando a otros amigos como Luis Cuenca, Lina Morgan o Tony Leblanc. No fue hasta 1968 que participó en su primer film en “Relaciones casi públicas” a las órdenes de José Luis Sáenz de Heredia y volvió a trabajar al año siguiente con este y Mariano Ozores en el éxito “El taxi de los conflictos”. Su carrera siguió con numerosas comedias de enorme éxito como “Las leandras” (Eugenio Martín, 1969), “Una chica casi decente” (Germán Llorente, 1971), “Las señoritas de mala compañía” (José Antonio Nieves Conde, 1973), “A la legión le gustan las mujeres… y a las mujeres, les gusta la legión” (Rafael Gil, 1976), “La mujer es un buen negocio” (Valerio Lazarov, 1977), “Cristobal Colón, de oficio… descubridor” (M. Ozores, 1982) o “Juana La Loca… de vez en cuando” (José Ramón Larraz, 1983) hasta un total de más de 60 títulos en cine, continuando totalmente activo durante más de dos décadas y estrenando varias películas por año. En 2001 sería el hilarante y corrupto alcalde de Marbella en la secuela de “Torrente”, su última interpretación para cine.


No abandonó el teatro y compaginó el cine con la televisión en “Estudio 1”, “La revista” y “Este señor de negro”. Las dos últimas décadas no fueron muy propicias y se prodigaba cada vez menos en las pantallas de cine, pero sí en la televisión.  En los 90 paseó su humor en series como “Tío Willy” y “A tortas con la vida”, que sería su último trabajo en 2005, y programas donde encajó a la perfección gracias a su vis cómica, tales como “Tutti Frutti”, “Humor 5 Estrellas” o “Queridos cómicos”, de cuyas aportaciones recuerdo sin duda los dúos con Quique Camoiras.

Su fallecimiento ha cogido por sorpresa a todos, pues Juanito Navarro no padecía ninguna enfermedad ni daba muestras de encontrarse mal a pesar de su avanzada edad. Por la capilla ardiente, instalada en la M-30 de Madrid, han pasado amigos como Álvaro de Luna, Quique Camoiras, Raúl Sender o Luis Varela, que han alabado su maestría y profesionalidad y el habernos hecho reír durante tantos años, y han coincidido en que al menos ha tenido una muerte dulce. Como decía Varela, "Estaba estupendo. Dentro de lo que cabe, es una muerte maravillosa; acostarte y quedarte dormidito. Yo le conocía de toda la vida, pero personas que no le conocían era como si le hubieran conocido desde siempre". Y es la sensación que nos queda a los que nunca le conocimos, que es como si fuera un amigo nuestro de toda la vida. Descanse en paz.

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