martes, 13 de julio de 2010

LA CRÍTICA

El equipo A ***
(The A-Team)

Analizando solamente dos películas diametralmente opuestas en intenciones y forma como las estupendas “Narc” y “Ases Calientes” podemos intuir cómo la carrera de Joe Carnahan ha perdido en contención formal para dar paso a un espectáculo hiperviolento sobrecargado de testosterona y estética de comic noir, personajes llevados al límite del absurdo y un ritmo endiablado. Es al Carnahan de la segunda y no al de la primera al que la adaptación de “El equipo A”, todo un icono ochenteno para una generación entera de televidentes fanáticos, aclamaba a gritos y eso justifica que haya sido el elegido para llevarla a buen puerto.

Aquella generación de los 80 que creció con “MacGyver”, “V” o la que nos ocupa se ha hecho mayor, pasando de ser los chavales de entonces a treintañeros muy dados a la nostalgia. Y además, si algo juega a favor de esta adaptación es que, a diferencia de las citadas y como le ocurre a “El coche fantástico”, este producto se vio revitalizado gracias a las reposiciones en la pequeña pantalla. Pero el director, haciendo gala de un gran sentido común, prefiere lo que se hizo en “Mission: Impossible” o “Los Ángeles de Charlie”: dejar de lado su modelo y dar un nuevo enfoque al producto que tiene entre manos. Y el enfoque tomado por Carnahan ha ido más por el camino del trabajo de McG que por el de Brian de Palma. Para entendernos, que ha preferido ir hacia la acción descerebrada sin mayor pretensión que la del divertimento puro y duro.

Aplaudo esta decisión, pues como dije antes “El equipo A” necesitaba alguien con el pulso de este cineasta, alguien que prefiriera divertir antes que aleccionar. Esto no quiere decir que la película se aleje del todo de su referente: ahí tenemos a ese B.A. Barracus que tiene miedo a volar; esa furgoneta tan característica que aunque dure poco en pantalla nos hace añorar tiempos distintos; la frase final que servía de introducción para la serie, el tema central de la misma y unos cameos inesperados tras los créditos que juegan a despertar la nostalgia del espectador. Para colmo tenemos a un cuarteto de actores que por separado cumple con creces con su cometido. Liam Neeson es el perfecto sucesor del Hannibal de George Peppard; Quinton “Rampage” Jackson es un B.A. Barracus más sonriente y menos duro que el original pero prácticamente idéntico en lo demás; Sharlto Copley pone la dosis justa de locura a su particular Murdock y Bradley Cooper juega con su sonrisa y sus armas de seducción para encarnar a Fénix. Juntos no están a la altura del equipo original, pero en la nueva adaptación quedan bien en pantalla como el escuadrón recién salido de Irak –los tiempos que corren han hecho cambiar una guerra por otra- que se gana la vida como soldados de fortuna.


Carnahan recurre a su obra anterior para presentar a sus personajes a un ritmo frenético y mediante el montaje paralelo durante los primeros minutos de metraje y como anticipo de lo que vendrá después, un amasijo de secuencias de acción exageradas e imposibles y humor a raudales donde lo de menos es el guión y el desarrollo de personajes convincentes, aunque para eso se domestica a sí mismo y elimina dosis de hemoglobina y violencia en pos de una mayor recaudación. Porque el cineasta, el cual esperemos que no se haya vendido del todo y vuelva a su cine anterior, es listo, sabe lo que se trae entre manos y que lo que prima es ver en acción a su equipo A y hacer que el público se divierta. Aquí lo que importa es el entretenimiento que se olvida nada más salir de la sala. ¿Acaso esperaban una adaptación seria? Si lo fuera, perdería totalmente el espíritu de su madre catódica.

A favor: entretiene, y eso es lo que importa
En contra: no aguantaría un pulso con su modelo

1 comentario:

  1. Es entretenida sin más, me declaro un fan de la serie acérrimo. Esta versión es muy entretenida, una cinta de verano sin pretensiones pero sin demasiado carisma en sus personajes. Sólo el Murdock de Copley me interesa y me hace reir. Aún así se deja ver. Un saludo Gerardo.

    Emilio Luna.

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