viernes, 4 de diciembre de 2009

LA CRÍTICA

Algo pasa en Hollywood ***1/2
(What's just happened?)
Estreno: 11 de Diciembre

Cinismo e hipocresía en Hollywood

Barry Levinson va camino de convertirse en un proscrito en el cine. Aquel director que otrora ganara el Oscar por la celebérrima “Rain Man” y posteriormente se vendiera a la industria para poder comer –véanse, por ejemplo, “Acoso” y “Sleepers”- se ha visto exiliado de la maquinaria hollywoodiense en la que hoy eres famoso, mañana ya se verá, dando forma a una de las trayectorias profesionales más irregulares, aunque no por ello carente de interés, de los últimos años. Su carrera da síntomas de crisis, y así lo atestigua una década que ahora termina en la que no ha conocido más que fracasos que le han obligado a prodigarse muy poco tras la cámara. “El hombre del año” ni siquiera llegó a nuestros cines, fue directamente al mercado DVD con dos años de retraso. Su último trabajo no ha corrido tampoco muy buena suerte, aunque en esta ocasión, tras una pésima recaudación en la taquilla estadounidense que no ha superado el millón de dólares, sí ha conseguido estrenarla en España, con un año de retraso.

A Levinson no le falta talento, incluso diría que es uno de los directores más tristemente infravalorados de la historia del cine reciente. Tanto es así que no extraña que de vez en cuando cargue las tintas contra los medios y la política a través de su cine, como así demostrara la formidable “La cortina de humo”. En “Algo pasa en Hollywood” –como de costumbre las traducciones de los títulos dejan mucho que desear- se alía con el productor Art Linson, guionista del filme, para volver a realizar una sátira como entonces, pero esta vez contra la misma meca que en su día le recibió con los brazos abiertos pero que un par de años después apenas recordaba su nombre.

“Algo pasa en Hollywood”, a través de su sutil e hiriente guión, relata cinco días del auge de un productor, encarnado por un magistral Robert De Niro –es un alivio, creía que le habíamos perdido entre tanta comedia fácil-, que debe lidiar con los caprichos de una estrella –Bruce Willis riéndose de sí mismo y de sus ataques de ira-, con una ex esposa a la que no puede dejar de ver –fantástica como siempre Robin Wright Penn-, con un guionista infiel que se vende al mejor postor –otro grande, Stanley Tucci-, con un director frustrado por los cambios que una productora sin escrúpulos quiere introducir en su última película –dos actorazos poco reconocidos, Michael Wincott y Catherine Keener- y con un colega de profesión cobarde incapaz de mantener a raya al actor al que representa –el mejor John Turturro, el del cine independiente-. Todo este estrés acentuado por el suicidio de un amigo representante que no pudo superar verse con un lamentable 10% de ganancias. Todo un reparto de lujo que se completa con la muy de moda Kristen Stewart, lejos de su papel en “Crepúsculo” y demostrando que sabe actuar, y con Sean Penn, que se interpreta a sí mismo como el actor adorado por todos.

Si David Mamet consiguió un guión sublime con “La cortina de humo”, Linson hace lo propio con el punzante libreto de esta inteligente comedia llena de estrellas que puede resultar un tanto hipócrita, pues muchas de ellas viven lamiendo el culo de la misma industria a la que intentan criticar, pero a la cual no le falta ni una pizca de verdad. Noventa amenos y reflexivos minutos de un director que parece que en el epílogo habla de sí mismo cuando desplaza al protagonista a la P de PODER, justo el punto de la foto de Vanity Fair que nadie verá en la revista. Y para el recuerdo una escena, la del orador Willis en el funeral soltando una de las más lúcidas y cínicas visiones de lo que es la falsa tierra de los sueños.

A favor: el discurso de Bruce Willis en la iglesia
En contra: puede tachársela de hipócrita, y que haya tardado un año en estrenarse

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