(The Hangover)
¡Jo, qué noche!
Desde “Viaje de pirados” hasta “Aquellas juergas universitarias”, y olvidando algunos productos más alimenticios y claramente de encargo como “Starsky & Hutch”, Todd Phillips nos ha venido contando la misma historia, el mismo perro con distinto collar. Ya fuera desde el descerebrado punto de vista adolescente de la primera o desde el del trío de treintañeros patéticamente desesperados por demostrar que sus tiempos de diversión irresponsable universitaria están lejos de haber acabado, el objetivo era encadenar una serie de despropósitos, situaciones imposibles pero que en la alocada trama gozaban de un sentido absoluto. Para entendernos, lo suyo era filmar una juerga bestial constante.
La historia de “Resacón en Las Vegas” es, como dirían los personajes, clásica. Doug va a casarse, y para celebrar su despedida de soltero se va a Las Vegas con sus amigos Phil, un rutinario profesor de escuela y padre de familia desencantado con el matrimonio, y Stu, dentista y sumiso con su esposa, con la que incluso un barman tiene más contacto que él mismo. A ellos se une Alan, el cuñado de Doug, un tipo un poco guarrete, antisocial y completamente fuera de onda. Tras un brindis fugaz en la azotea del Caesar’s Palace, a la mañana siguiente despiertan en la habitación del hotel, con todo patas arriba y con un cuadro incomprensible: sin recordar nada de lo ocurrido, con gallinas pululando por la habitación, un bebé en el armario, un tigre en el baño, un diente roto, una terrible resaca y… ni rastro del novio. Los tres amigos se unen para buscarle, a la vez que van descubriendo cosas de esa noche de las que no se creían capaces.
La historia de “Resacón en Las Vegas” es, como dirían los personajes, clásica. Doug va a casarse, y para celebrar su despedida de soltero se va a Las Vegas con sus amigos Phil, un rutinario profesor de escuela y padre de familia desencantado con el matrimonio, y Stu, dentista y sumiso con su esposa, con la que incluso un barman tiene más contacto que él mismo. A ellos se une Alan, el cuñado de Doug, un tipo un poco guarrete, antisocial y completamente fuera de onda. Tras un brindis fugaz en la azotea del Caesar’s Palace, a la mañana siguiente despiertan en la habitación del hotel, con todo patas arriba y con un cuadro incomprensible: sin recordar nada de lo ocurrido, con gallinas pululando por la habitación, un bebé en el armario, un tigre en el baño, un diente roto, una terrible resaca y… ni rastro del novio. Los tres amigos se unen para buscarle, a la vez que van descubriendo cosas de esa noche de las que no se creían capaces.
Si algo diferencia a esta nueva juerga de todas las narradas por Phillips es el guión, y de eso se beneficia el director para realizar su mejor comedia hasta la fecha, algo que no era difícil. Obra de Scott Moore y Jon Lucas, el libreto lo componen un sinfín de situaciones increíbles totalmente justificadas. Además, Phillips imprime el decisivo toque frenético a la cinta para que no pierda en ningún momento el ritmo de montaña rusa que comienza en esa mañana de resaca tras la cual todo es posible, y en la que es mejor no perder detalle para ir despejando algunas incógnitas de lo que ocurrió en esa alocada noche donde se van a mezclar drogas, tratos con mafiosos, prostitutas y hasta un incidente en la casa de Mike Tyson.
Acertado es también el trío protagonista. Bradley Cooper va pisando con fuerza en la comedia americana, mientras que Ed Helms nos caerá cada vez mejor a todos los que le hayamos visto en la serie de televisión “The Office”, sufriendo una brutal transformación de reprimido a libertino. Y olvidando a ese proyecto de actriz que no acaba de despegar llamado Heather Graham, el que realmente se lleva el gato al agua es Zach Galifianakis, el orondo cuñado, en un papel memorable a la par que inteligente.
“Resacón en Las vegas” sigue la estela emprendida por Judd Apatow, pero sin dar respiro para el sentimentalismo barato. Lo que ofrece es entretenimiento no exento de inteligencia, humor muy cuidado sin caer en la grosería típica de la comedia actual, todo muy bien engarzado y servido a pesar del lío que nos presenta. Dos consejos: véanla en versión original y no se levanten de sus asientos durante los créditos. La película nos guarda la agradable sorpresa de mostrar pistas de lo ocurrido durante esa frenética fiesta a través de fotos. Una selección final de instantáneas que rematan una comedia que, desgraciada y seguramente, tendrá una secuela en vista de sus resultados en taquilla (más de 250 millones de dólares recaudados solo en terreno estadounidense, y partiendo de un presupuesto de tan solo 35 millones). Aún así, con todas esas pistas ante nuestras narices seguiremos siendo incapaces de hacernos una idea de lo que supuso esa interminable noche de locura.
A favor: la sesión de fotos final
En contra: que ya estén planeando la secuela
Joe kiyo pa que voy a ver la peli si ya la e visto mentalmente. Gracias a Dios la e visto antes de leer tu crítica. Pienso que es muy buena y esceptico con la secuela quien sabe, quizas asta no es mala.
ResponderEliminarSergio Lobat