domingo, 1 de marzo de 2009

LA CRÍTICA

Valkiria ***1/2
(Valkyrie)

Contenido antes que envoltorio

Que Bryan Singer considera a los nazis como una importante fuente histórica a partir de la cual construir historias es un hecho. Incluso antes de mostrar los poderes de un infante Magneto en los campos de Auschwitz en la primera entrega de “X-Men”, el mismo actor, Ian McKellen, se convertía por obra del director en un nazi oculto en la injustamente olvidada “Verano de corrupción”. Es ahora, con la Operación Valkiria, destinada a asesinar a Hitler e instaurar un gobierno provisional usando como elemento de coacción a su propio ejército reserva, cuando Synger ha venido a realizar un film totalmente ambientado en la misma época que ha intentado esbozar en reiteradas ocasiones.

Podría esperarse de otro director que esta “Valkiria” se mostrara en pantalla en todo su esplendor, como una odisea épica de un grupo de hombres justos trufada de sensibilidad y honor, y con unos medios y un metraje generosos. El camino de Synger transcurre paralelamente a este planteamiento. Si bien no falta honor en la historia, y si lo que se nos cuenta es igualmente el intento de esos hombres justos por acabar con un régimen en decadencia como las ratas que abandonan un barco que se hunde, el planteamiento del director transcurre en su primera hora en reuniones de despacho, lo que la hace algo lenta en ese tramo, y sobre todo, y esto es lo más importante, con un tono cerrado, más bien discreto, en sus enérgicos últimos cuarenta minutos. Lo que Synger propone pues no es la típica historia épica, sino una trama de espionaje que una vez arranca, y a pesar de que el final de la historia sea conocido por muchos, absorbe al espectador en su butaca y no lo suelta hasta ese glorioso final en el que sentimos que la operación no tuviera éxito.

Este cambio de registro en la historia y su ajustado metraje es lo que hacen de “Valkiria” una película entretenida y amena, obra de un director que, como en “Sospechosos habituales”, prefiere sorprender con la puesta en escena y un guión milimétricamente elaborado antes que con la grandiosidad del conjunto. “Valkiria” hereda no sólo así el tono intimista de aquel segundo trabajo que le llevó a la fama, que también puede verse en el primer “X-Men”, sino la unión de nuevo con el guionista de aquella, Christopher McQuarrie, en una decisión que engrandece aún más esta película, y que devuelve a un director que, tras el batacazo de la resurrección de Superman, aún parece tener mucho que contar.

Poco importa que se omitan las ansias ocultistas de Claus von Stauffenberg, pues el objetivo de Synger es el de brindar una trama de intriga, en una película a la que le lastra el fantasma de la mala fama de Tom Cruise y su Iglesia de la Cienciología. Pero es la fama del actor lo que hace huir al público, y no el actor en sí mismo. Cruise realiza un trabajo sólido a las órdenes de Synger. Ni se trata de un vehículo de lucimiento actoral ni mucho menos de su última oportunidad de redimirse. El intérprete consigue transmitir veracidad a su personaje y lo que es más difícil, no ser la estrella del conjunto ni ser eclipsado por unos secundarios de lujo como Kenneth Branagh, Terence Stamp, Tom Wilkinson, Bill Nighy o Thomas Kretschmann, entre otros. No obstante, la película no consigue resultar majestuosa a pesar de su cuidada ambientación debido precisamente a ese tratamiento tan discreto. Pero un servidor prefiere el contenido y no el envoltorio.
A favor: la recuperación de Synger en plena forma, contando la historia como un thriller
En contra: La lentitud de la primera hora

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