sábado, 10 de enero de 2009

LA CRÍTICA

Siete almas ***

Compendio de buenas intenciones

En el clásico “Obsesión”, del gran maestro del melodrama Douglas Sirk, los destinos de Rock Hudson y Jane Wyman se veían unidos por una serie de fortuitas circunstancias. El detonante era el mismo esposo fallecido de Wyman, que se dedicaba a repartir de manera anónima buena parte del dinero que cobraba en sus consultas médicas. No es la primera vez que el altruismo inunda a la platea. Sirk se basaba en otro clásico homónimo filmado dos décadas antes, y Mimi Leder realizó su particular versión de la cadena de favores hace unos años, sin olvidar a la soñadora Amélie Poulain y a “¡Qué bello es vivir!” de Capra.

La segunda colaboración del tándem Gabriele Muccino-Will Smith constituye una mezcla de todas las películas anteriores, de buenas intenciones y un melodrama actualizado a los tiempos que corren, muy en la línea de su película anterior juntos, “En busca de la felicidad”. La historia nos presenta a Ben Thomas, un hombre a punto del abismo personal que para enmendar errores del pasado decide prestar ayuda a siete personas que realmente la necesiten. Con la película de Sirk guarda el toque romántico de la inesperada historia de amor que Thomas iniciará con Emily, una de las personas damnificadas. Todo lo que Ben hace sigue un plan meticulosamente preparado, el cual ni siquiera la aparición de Emily conseguirá echar por tierra, en un desenlace previsible pero justo con la propia historia, que elude eficazmente el happy end hollywoodiense.

A pesar de que “Siete almas” pueda atragantarse a más de uno por su exceso de sacarina concentrada en algunos fotogramas, lo cierto es que la apuesta de Muccino-Smith sale victoriosa en el apartado formal y dramático, si nos olvidamos de los excesos cinematográficos para lograr sus objetivos. Gran parte del peso recae en un acertado Will Smith, que cuando deja de demostrar que es un buen actor y transmite sinceridad, algo parecido a lo que ocurre con Angelina Jolie, resulta tan creíble dramáticamente como en sus comedias y cintas de acción. El omnipresente actor llena la pantalla en cada secuencia, y los solventes secundarios, entre ellos Rosario Dawson, consiguen no ser eclipsados por la estrella.

“Siete almas” es, además, un sentimental y provocador recorrido por el amor, la amistad, el altruismo y la condición humana que demuestra hasta qué punto puede una persona exponer su propia vida para ayudar al prójimo, al que puede que le sobre algo de metraje y buenas intenciones, pero que agradará a los seguidores de un Smith más intenso a la vez que no interesará a los que odien los telefilmes sensibleros de fin de semana, los cuales, por suerte, están muy por debajo en todos los sentidos de esta película.

Lo mejor: Will Smith, cuando no intenta demostrar que es buen actor
Lo peor: puede no convencer a los detractores de la sacarina cinematográfica

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