domingo, 2 de marzo de 2008

LA CRÍTICA

IX Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria
GALA DE INAUGURACIÓN


Cometas en el cielo ***

América mira hacia Oriente

En el cine actual estamos acostumbrados a que el cine estadounidense diseccione su misma sociedad, que el cine europeo y de Oriente hagan lo propio con la suya, e incluso que Europa mire al otro lado del Atlántico y analice la política e hipocresía yanquis. Así, Lars Von Trier se ha preocupado por entender el presente de América diseccionando con inteligencia el pasado en “Dogville” y “Manderlay”, y su compatriota Thomas Vinterberg hizo las veces del Michael Moore de “Bowling for Columbine” en “Querida Wendy”. Los estadounidenses son expertos en cuestionar su propio sistema, en especial últimamente con la administración Bush, pero fallan estrepitosamente al mostrar al bando contrario, cayendo en tópicos y estableciendo dos claros frentes, el de los buenos y el de los malos. Pocas películas han acertado tanto en mostrar a los “malos” y los “buenos” como “United 93”. Pero claro, su director, Paul Greengrass, es británico.

El objetivo es criticar la guerra sin más, obviando en todo momento las vidas de los otros o en última instancia mostrándolos como los malos absolutos. Por ello sorprende que se haya hecho una película como “Cometas en el cielo” con patrimonio hollywoodiense. El habitualmente interesante Marc Foster (“Monster’s Ball”, “Descubriendo Nunca Jamás”, “Más extraño que la ficción” y la próxima de James Bond) se pone tras la cámara para adaptar la novela de Khaled Hosseini, y lo hace sin tremendismos, sin exagerar las situaciones dramáticas al estilo hollywoodiense, a excepción de la excelente idea de seguir las cometas en su vuelo.

Ya sea por mantenerse fiel al libro, algo que consigue con creces, o por ese sentimiento de realizar algo distinto, la mirada de Foster hacia Oriente resulta respetuosa, sincera y realista. La historia del joven que intenta volver al Afganistán talibán tras haber sufrido la invasión soviética, ser testigo directo desde su posición acomodada de la discriminación a su mejor amigo en un país dividido por una latente guerra civil y su posterior cobardía personal está retratada con honestidad, sólo lastrada por las pocas veces que la película destila sabor yanqui (ese final tan cinematográfico). Sin embargo, no hay concesiones a la gloria americana, sólo a la realidad del pueblo afgano.

En este relato en pocos momentos dulce acerca de la redención y el perdón, de la discriminación de otros por su procedencia y creencias, hay una serie de secuencias pequeñas pero mucho más interesantes que las más ampulosas y aparentemente importantes. De todas me quedo con el empujón del padre del protagonista al médico de origen ruso y la valentía del mismo comparada con la de su hijo cuando hace frente al soldado soviético.

Película cruda y esperanzadora cuando le conviene serlo, en la que puede que ciertas partes del viaje de regreso a casa suenen a estrambóticas, quizás por el hecho de que en la ficción las cosas siempre resultan menos cercanas y más cuestionables que en la realidad. Especial mención a la dirección de Foster, a los actores y a la música de Alberto iglesias.

Lo mejor: su profunda honestidad
Lo peor: la realidad supera a la ficción

Título original: "The kite runner"; Año: 2007; Nacionalidad: EEUU; Género: Drama; Duración: 127 minutos; Dirección: Marc Foster; Guión: David Benioff, basado en la novela de Khaled Hosseini; Intérpretes: Khalid Abdalla, Homayoun Ershadi, Zekiria Ebrahimi, Ahmad Khan Mahmoodzada, Shaun Toub

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