miércoles, 4 de julio de 2007

STAR WARS: 30º ANIVERSARIO

Episodio II: Todo son problemas

Parte 2: El caótico rodaje

Los problemas en el casting, los cambios en los nombres de los personajes, en el director de fotografía y en crear los departamentos de efectos especiales fueron tan solo un conato de lo que se avecinaba. El verdadero reto del equipo al completo estuvo durante el rodaje, y concretamente en Túnez, donde se rodaron las secuencias que transcurrían en el planeta Tatooine.

Imaginemos por un momento que nos encontramos en medio del desierto sahariano, donde en las mejores condiciones la temperatura a la sombra es de 40 grados centígrados, y que tenemos que ir vestidos de los pies a la cabeza de metal, y por si fuera poco simular una interpretación, que todo es normal. En esta tesitura se encontraba Anthony Daniels, el actor que se enfundaba el traje dorado de C-3P0. En unas condiciones como las expuestas y con semejante atuendo, al pobre Daniels había que ir suministrándole cada cierto tiempo refresco por un orificio mediante una pajita para prevenir la deshidratación, lo que no le evitó perder cerca de dos kilos diarios durante su estancia en el país. Por si esto fuera poco su traje metálico le impedía agacharse, por lo que o descansaba de pie o apoyado en una tabla inclinada. O imaginemos ahora que es nuestro cumpleaños, como fue el caso de sir Alec Guiness, y debemos comernos la tarta en menos de 20 segundos o se derretirá. Si a esto unimos a un Kenny Baker (R2-D2) incapaz de desplazarse por la arena del desierto y del que se olvidaban para ir a comer, de la limpieza y mantenimiento continuos que exigían las cámaras por culpa de la arena y de que justo en pleno rodaje cayó una de las mayores precipitaciones en 50 años en el Sáhara que arrasó con decorados enteros podemos imaginarnos el estado en el que se encontraba George Lucas.

Pese a todo consiguieron, aunque a duras penas, cumplir el plazo previsto, y consiguieron volver, estado de salud aparte, a Londres. Allí Lucas pensó que los problemas, dado que trabajarían en un estudio, ya se habían acabado. Todo iba como la seda. Los decorados estaban completamente terminados y eran majestuosos y todo estaba ya listo, hasta que se toparon con un inconveniente con el que jamás contaron: las leyes sindicales. Éstas obligaban por aquel entonces a parar de trabajar a las 17.30 horas, así estuvieran en medio de un plano. El ritmo del rodaje se ralentizaba y el director lo veía cada vez todo más oscuro ante unos decorados y vestuario que no eran todo lo impresionantes que él había imaginado en su cabeza, y ante unos actores que no se tomaban en serio su trabajo por creer que hacían una película para niños y una productora que por la posible censura pedía cambios como el de que Chewbacca llevara pantalones.

Todo esto trajo consigo un retraso en el rodaje de poco más de dos semanas, lo que puso de los nervios a los directivos de la Fox. La junta de los estudios pidió a Alan Ladd que exigiera a Lucas el fin del proyecto en una semana o lo darían por cancelado. Fue entonces cuando “Star Wars” pasa de ser el proyecto de un director independiente en un gran estudio a ser la historia de un esfuerzo sobrehumano, de la lucha de un hombre por realizar su sueño. Lucas se dividió en varias partes, viajando entre los distintos departamentos en bicicleta para ahorrar tiempo. Fragmentó al equipo en tres partes y mientras terminaba de rodar la película decidió hacerse cargo del montaje. Al ver la falta de ritmo del primer montaje hizo alarde de su independencia y despidió al montador asignado por los estudios, llamando a los montadores Paul Hirsch, habitual de de Palma, Richard Chef y a su mujer Marcia Lucas. La idea era partir de cero, darle a la película la energía que le faltaba utilizando hasta el último fotograma en un metraje total que tenía demasiado material inservible.

El siguiente disgusto del realizador-montador fueron los efectos especiales, de los que solamente existían 3 de los 365 previstos. Lucas acabó ingresado en el hospital por una subida de tensión y al día siguiente tomó las riendas también del departamento de ILM, creando una unidad de producción para poder participar de la creación de efectos. En esos momentos la Fox le concedió un aplazamiento del estreno, previsto para la navidad de 1976. Le dieron hasta verano de 1977, por lo que o Lucas se desdoblaba a sí mismo para aumentar esfuerzos o no podría realizar en seis meses el trabajo de todo un año. Afortunadamente, con la llegada del invierno la película comenzó a cobrar nueva forma y ya se parecía más a lo que su creador tenía en mente. El montaje ya tenía cierta agilidad y todo hacía presagiar que para el plazo impuesto por la Fox la película estaría terminada.

Así fue, Lucas había por fin acabado su película y a sus amigos Alan Ladd y Steven Spielberg les convenció el resultado. Pero faltaba algo importante. Nadie confiaba aún en el proyecto, y Lucas debía asegurar cierto margen de beneficios. Menos de 40 cines aceptaron proyectarla y por ello había que crear un concepto ya crucial para la saga y para el cine moderno que cambiaría la historia del celuloide para siempre: el marketing. El cineasta contrató a un director de marketing que tenía contacto con los fans de películas de ciencia-ficción y promovió la nueva película, que apenas estaba siendo anunciada en los medios (el trailer oficial estaba narrado por el gran Orson Welles), entre los miles de fanáticos del género, con lo que se aseguraban al menos una cierta cantidad de público. Fue con esa primera distribución de camisetas y pósters con lo que nació el gran negocio del cine que hoy en día conocemos, y el artífice no fue otro que George Lucas.

La paradoja estaba servida. George Lucas pasó de ser el cineasta independiente que no quería saber nada de las grandes productoras a ser el instigador de un nuevo modo de hacer cine, y él mismo se convirtió en uno de los grandes nombres sinónimo de dinero en la fábrica de sueños. Había escrito con grandes letras doradas una página de la historia del cine, y con su esfuerzo nunca pudo imaginar lo que vendría luego, lo importante que sería su trabajo en el futuro.

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