lunes, 23 de octubre de 2017

LA CRÍTICA. Fe de etarras

¿Qué han hecho por nosotros los españoles?
Viendo “Fe de etarras” es imposible no acordarse de aquella aguda escena de “La vida de Brian” en la que, en plena asamblea del Frente Judaico Popular -¿o era Frente Popular de Judea?-, sus miembros trataban de proclamar sus derechos a la vez que caían en la cuenta de todo lo que los romanos habían hecho por su pueblo. Ya entonces, los Monty Python buscaban desde el absurdo poner en entredicho la idea de la independencia, de la reivindicación de los derechos, del quejarse y pedir cosas porque sí.

Borja Cobeaga no necesita tirar del absurdo para hilar fino en su nueva película. Sabe que ya bastante absurda es la situación política en este país, que esos cuatro etarras encerrados en un piso franco a la espera de una llamada que no llega son de por sí tan absurdos como ver a Gila esperando a que se ponga el enemigo al teléfono. Porque España es un chiste en sí mismo, y no había mejor manera de retratarla que desde un humor costumbrista deudor de los mejores comediantes del país.


Cobeaga no da puntada sin hilo, no deja títere con cabeza ni hace rehenes. No es la primera vez que lo hace, todo sea dicho de paso. Ahí está la estupenda y reivindicable “Negociador” como primer intento de acercamiento humorístico a un tema tan delicado como el terrorismo. Sin embargo, “Fe de etarras” es algo más que una mofa hacia este tema. Es un fiel reflejo de esa España rota por los fundamentalismos populistas, incapaz de reírse de sí misma, lastrada aún por la alargada sombra de un pasado que pesa como una losa.

Es ahí donde su director y guionista se lanza a una piscina sin agua. Su nuevo trabajo constituye un ejercicio de humor inteligente para el que este país aún no está preparado, ni para el que lo estará si sigue mirando atrás con rencor. Una película de rabiosa actualidad, valiente y realista, que tiene en su libreto y en las interpretaciones de su cuarteto protagonista –a destacar ese torbellino llamado Miren Ibarguren, y la presencia de uno de los grandes del país, Javier Cámara- razones más que suficientes para justificar su visionado.


Habrá quien la ignore por no saber mirar más allá de su propio odio y sus ideales partidistas. Habrá quien se atreva y salga ofendido. Incluso habrá quien no sabrá si debe disfrutarla, por lo incómodo de sus chistes afilados. Pero todos demuestran así que estamos ante el film más necesario, audaz y tocapelotas que ha dado el cine patrio en los últimos años. Y sin recurrir a las armas.

A favor: el reparto, especialmente Cámara e Ibarguren, el guión y su valentía
En contra: España aún no está preparada para una comedia así

Calificación ****
No se la pierda

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