martes, 12 de abril de 2016

LA CRÍTICA. Orgullo + Prejuicio + Zombis

Espadas y sortijas
Antes de que la serie “The Walking Dead” pusiera de moda a los muertos vivientes, Seth Grahame-Smith pervertía el clásico de Jane Austen situándolo en plena hecatombe zombi victoriana, en forma de parodia que jugaba con la historia a su antojo hasta tal punto que ni la locura del rey Jorge III podía salvarse de su influjo. Pero ahora que nos encontramos ante una fiebre masiva de títulos televisivos y cinematográficos que tratan de explotar con mayor o menor fortuna la temática, parecía obligatorio para el séptimo arte llevar a la gran pantalla esta obra en forma de despreocupado divertimento para masas no demasiado exigentes.

Y eso es “Orgullo + Prejuicio + Zombis”, un intento de entretenimiento ligero para espectadores que no pidan mucho a la hora de dejarse dinero en taquilla. Porque sólo de esa manera se puede disfrutar de este despropósito en el que no priman las espadas sobre las sortijas, sino curiosamente todo lo contrario. Hay más de “Orgullo y prejuicio” en sus minutos de metraje que de vísceras, acción y sangre. Que la hay, pero muy mal digitalizada. Y hay zombis, sí, pero el maquillaje digital canta a la lengua. Y hay acción, no se preocupen, pero acaban imponiéndose y pesando esos diálogos petulantes que intentan convertirla en un film de época. Es decir, que no combina nada bien su pretensión de ser esto último con la de convertirse en un blockbuster digno y divertido, en el que lo único destacable es el concepto de zombi que maneja.


Y no ayuda tampoco un reparto de actores que no está por la labor de hacer verosímiles a sus personajes –ni Lena Headey ni Charles Dance se salvan de la quema-, unas escenas de acción mal rodadas, el exceso de CGI del cutre, la inclusión de más de una salida de tono para aligerar la pesada carga que suponen sus casi 100 minutos de duración –ay, Matt Smith; ay, esa escena de discusión entre sus dos protagonistas-, y la sensación de film inacabado, como hecho con prisas, donde ni la iluminación de los exteriores ni el ritmo son los adecuados.


Lo que queda es una amalgama de amoríos, de dimes y diretes entre personajes. Los zombis están de más, no son sino una excusa para activar la trama. De hecho, no se preocupan por ellos hasta el acto final, cuando parece acordarse de que había algo que contar en ese sentido y deja atrás los continuos tiras y aflojas entre sus protagonistas. Para hacer otra nueva versión de la novela de Austen no era necesario tomar como excusa la de Grahame-Smith. Habrá a quien le interese y vaya al cine a verla. Incluso quien la disfrute. Pero hay que tener las expectativas realmente por los suelos para lograrlo. Y verdaderas ganas de seguir engullendo historias sobre muertos vivientes. Yo ya estoy servido.

A favor: el concepto de los zombis que maneja
En contra: todo lo demás

Calificación *
Ni se moleste

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