viernes, 6 de marzo de 2015

LA CRÍTICA. The Voices

Jerry, retrato de un perturbado
Jerry es un ser retraído, pero posee una mirada ingenua y un aspecto amable. Su jefe le llama para comunicarle lo contento que está con su labor en la sección de embalaje y envío en la fábrica de accesorios de baño en la que trabaja, y para encomendarle una importante misión que asentará su posición en la empresa y en la sociedad: organizar la fiesta de la compañía junto a unos compañeros de trabajo. Será en una reunión donde conozca a Fiona, de Contabilidad, y el amor que sentirá por ella será instantáneo. Jerry vive con su gato Mr. Whiskers y su perro Bosco, a los que no duda en contarles lo entusiasmado que está con su nueva tarea. Y ellos, por supuesto, le responden.

Así da comienzo “The Voices”, la nueva película de la realizadora Marjane Satrapi, en el que es su salto al cine estadounidense. Una propuesta que desprende pura comedia negra, desenfadada, digna del esperpento del gran John Waters, aunque salvando las distancias con este. Es el retrato luminoso y colorista de un perturbado que tiene en sus propias mascotas las encarnaciones del bien y del mal y que tiñe su propia realidad de forzados tonos pastel.


La nueva película de la directora de “Persépolis” es tan kitsch como las mariposas que revolotean alrededor de la angelical Gemma Arterton, tan rosácea como los uniformes de empresa del protagonista, y tan imposible de clasificar como esos créditos finales rendidos al musical esperpéntico. Su envoltorio es tan ingenuo y acaramelado que es importante verla sin sentido alguno de la vergüenza, despojándose de todo tipo de prejuicio y teniendo menos sentido del ridículo que ese Ryan Reynolds rendido sin tapujos a un personaje que le brinda una de las mejores recreaciones de su carrera.


Porque ver esta naif cinta con miedo al ridículo es perder el tiempo. “The Voices” exige un salto de fe por parte del espectador, y por ello no es recomendable para todo tipo de público. Unos verán en ella una tontería enorme que no se sostiene en ninguna de sus vertientes. Otros, los que logren no sentir vergüenza ajena viéndola, encontrarán en ella ya sea un divertimento o una genialidad. Pero para todos lo que quedará es el retrato de un perturbado teñido de rosa, cuya realidad circundante, sin sus pastillas, se vuelve roja como la sangre.

A favor: Ryan Reynolds, y su toque naif
En contra: para más de uno puede resultar muy ridícula

Calificación ***
                                                                                                           Merece la pena 

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