sábado, 21 de marzo de 2015

LA CRÍTICA. Late Phases

OJO, POSIBLES SPOILERS
El viejo y el monstruo
En “Miedo azul”, Daniel Attias, en la que sería su primera y única incursión en el largometraje, enfrentaba al malogrado Corey Haim a un vecino licántropo que estaba sembrando el terror en el pequeño pueblo en el que vivía. Salvando las distancias, lo nuevo de Adrián García Bogliano podría considerarse un remake inconfeso de aquella adaptación de Stephen King, pero cambiando al niño paralítico protagonista por un veterano de Vietnam ciego. Y si no puede considerarse estrictamente una nueva versión de aquel clásico que cumple ya 30 años, sí que no se puede negar que ha tenido una enorme influencia en este film.

“Late Phases” comienza de manera potente, sus primeros veinte minutos tienen pulso y entretienen, y compensa sus defectos cinematográficos –se nota la falta de presupuesto- con un saber hacer por parte de su director a la hora de generar tensión y manejar los mecanismos básicos del género, sobredosis de hemoglobina incluida. La propuesta apunta maneras gracias a ese comienzo, pero pronto empieza a apagarse.


Entre dos fases consecutivas de luna llena, el protagonista irá preparando lo que parece ser una trampa que nos dejará con la boca abierta, pese a las dificultades a las que se enfrenta siendo invidente –sorprenden no obstante ciertas capacidades suyas, como el hecho de saber hacia dónde llevar sus manos cuando no conoce un entorno-, e irá limpiando su conciencia con el párroco del pueblo y con su propio hijo por si su próximo enfrentamiento con el monstruo acaba siendo también su carta de despedida. Y es este largo tramo el que falla. La subtrama con el hijo y el pasado de su protagonista no acaban de enganchar, y finalmente la trampa acaba siendo más sencilla y dependiente del azar de lo que parecía en un principio. La cinta se relaja en extremo y se vuelve bastante aburrida, y ofrece un drama que no acaba de cuajar ni de interesar. A esto no ayuda tampoco un guión que no sabe exactamente qué camino tomar en cuanto a tono, y cuya construcción de personajes es bastante simple. Si este segmento de la película no acaba por hundirse del todo es gracias al trabajo de su actor principal, un Nick Damici que llena la pantalla con su interpretación.


No es hasta que quedan veinte minutos cuando “Late Phases” remonta el vuelo y ofrece un digno entretenimiento con aires ochenteros, con ciertas reminiscencias a clásicos como “Un hombre lobo americano en Londres”. Curiosamente, este final era precisamente el que le faltaba a “Miedo azul” para acabar tirando la casa por la ventana, pero aquí acaba sabiendo a poco y llegando demasiado tarde, no respaldado con fuerza por el resto del metraje. Una lástima, de haber acortado la parte central y haber insertado sutiles pinceladas de comedia negra que nos preparasen para el desenlace, el conjunto no sería tan irregular, especialmente en vista de lo que dan de sí su prólogo y su epílogo. Interesante, pero pudo aprovechar mejor su premisa.

A favor: Nick Damici, el tramo inicial y el final
En contra: todo el segmento central, totalmente desprovisto de tensión e interés

Calificación **
                                                                               Se deja ver

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