jueves, 26 de febrero de 2015

LA CRÍTICA. Oculus: El espejo del mal

Perspectivas enfrentadas
El cine de terror siempre tira de tópicos. Fantasmas, muertos vivientes, sombras, oscuridad… y espejos. Rara es la cinta de género que no tenga un espejo involucrado, o que utilice los reflejos como herramientas para generar tensión o provocar algún susto típico al público. Algunas propuestas, incluso, convierten a los espejos en absolutos protagonistas, como “Mirrors” de Alexandre Aja.

“Oculus”, película que pone en la línea de fuego a un director al que seguir a partir de ahora, tira de numerosos tópicos del género durante su metraje. De hecho, es inevitable pensar en el cine de James Wan durante su visionado, y de paso en todas esas cintas como “Terror en Amytiville” o “Al final de la escalera” a las que homenajea éste. Pero aquí todos sus tópicos, incluyendo ese espejo maldito en torno al que parece girar la historia, no son más que una excusa para activar una trama que no empieza demasiado bien, con dos hermanos bastante sosos – los secundarios les ganan la batalla en credibilidad- que vuelven al hogar de su niñez para lidiar con viejos fantasmas y tragedias familiares del pasado, pero que va remontando y tomando caminos de lo más interesantes.


La película de Mike Flanagan no es ninguna maravilla a nivel de realización a excepción de algunos chispazos puntuales de ingenio, y de hecho se habría agradecido un acabado más pulido y clásico. Tampoco queda en la memoria por su manejo de los resortes del género, que suenan a ya vistos, ni por su guión, que tiene no pocos agujeros argumentales. Por ejemplo, todos esos mecanismos que los protagonistas usan para no caer en las trampas del espejo cojean si el propio espejo es capaz de jugar con ellos. Pero una vez entra en faena ofrece un nivel de complejidad moderadamente elevado para lo que prometía en su comienzo. Mike Flanagan se erige como un hábil montador manejando dos líneas temporales paralelas que acaban confluyendo en espacio y tiempo y confundiendo a sus personajes y a los espectadores, que no sabrán qué es real y qué no. Recuerda bastante a un reivindicable film como “Dead End”, que jugaba con el espectador y sus personajes engañándoles constantemente.


El cineasta mantiene hasta el último segundo la ambigüedad del relato, empezando por enfrentar los puntos de vista de sus dos personajes protagonistas entre sí y culminando en hacer dudar al propio público sobre su perspectiva de la historia. Un habilidoso juego de perspectivas enfrentadas en el que, además, su responsable no comete el error de desvelar la naturaleza de su objeto maldito, tratándolo como un ente capaz de todo por sobrevivir y sembrar el mal. Quizá todo esté en las cabezas de sus personajes, y lo que vemos no es más que una metáfora de cómo afrontar el trauma. Lo mejor, sin duda, es pasar página y seguir adelante.

A favor: la habilidad de Flanagan para generar suspense y confundir al espectador gracias al montaje, y la moderada complejidad que adquiere la película conforme avanza
En contra: la escasa originalidad a la hora de manejar los mecanismos del terror y no pocos agujeros de guión

Calificación ***

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