viernes, 25 de julio de 2014

LA CRÍTICA. Under the skin

La piel está de más
Algo pasa con el personaje de Scarlett Johansson en esta película. Tiene un rostro angelical, un cuerpo que llama al pecado, unos labios carnosos y sensuales, y una mirada y una sonrisa que invitan a montarse en su coche sin pestañear. Es la Johansson, a nivel físico sobran las palabras. Pero algo pasa con su personaje. Algo no anda bien con ella. Es fría, impasible, sólo se muestra sociable con esos hombres a los  que engatusa para subir a su furgoneta. Si ve a un bebé abandonado en la playa, ni es capaz de taparle con una manta para que no coja frío. Scarlett no es humana. No sabemos qué es, pero humana desde luego que no es.

Y la película en sí tampoco. “Under the skin” es una experiencia audiovisual que no pertenece a este mundo. Es de esas cintas de marcado acento indie (y british) y experimental –algunas escenas de diálogo con hombres están rodadas con cámara oculta-, como uno de esos cortometrajes artísticos para intelectuales que se exhiben en prestigiosos festivales para sibaritas. Una secuencia de escenas de bellísima factura, acompañadas de una música que acompaña perfectamente a la acción, en la que los violines chirriantes, el instrumental electrónico y la percusión que encajan perfectamente con lo que estamos viendo, y que ayudan a crear esa atmósfera de rareza que desprende toda la película. No es casualidad, pues su director, Jonathan Glazer, es un respetado director de videoclips, que aquí se enfrenta a su tercera y más extraña criatura.


Scarlett está sensacional y se desnuda en cuerpo y alma –no muchas estrellas asumen retos como éste-, se quita la piel de manera literal y deja muy poco a la imaginación del espectador. El film, desgraciadamente, sí que deja a la imaginación. Y demasiado, porque bajo ese manto de belleza artística que la recubre, hay bastante poco que contar. Su argumento y su discurso quedan sepultado por el excelente aluvión de imágenes y sonido del que hace gala, y nada en ella resulta demasiado claro. Dicen, por ejemplo, que el personaje protagonista viene del espacio exterior, en alusión a la novela en que se basa, pero esto ni se menciona ni se insinúa.



Incómoda, soberbia, sugerente, fascinante, aburrida, redundante… En realidad, todos los adjetivos encajan en esta propuesta que encandila en función de la capacidad para hipnotizar al espectador. Y “Under the skin” hipnotiza, pero eso no es suficiente si al final, una vez despiertas, echas la vista atrás y eres capaz de ver sus innumerables limitaciones, como su escasa capacidad de síntesis y lo abrupto de su narración una vez la historia toma por fin forma. Sin embargo, para que eso ocurra, tiene que pasar casi una hora de sumergir al espectador en aguas negras y cristalinas, y el cambio existencial que sufre la protagonista se torna demasiado brusco e inconexo con el resto. Tampoco ayuda el hermetismo de algunos flecos de la trama, como ese hombre motorizado que arregla los platos rotos, ni la práctica ausencia de diálogos ni lo lentamente que avanza la historia. Eso sí, nos regala algunas de las imágenes más bellas de los últimos tiempos –el comienzo, la cacería de los hombres, y especialmente la fascinante escena final en el bosque-, y la moraleja de que lo que importa está en el interior de todos nosotros. Aunque hablemos de nuestras vísceras. La piel está de más.

A favor: Scarlett Johansson, el uso de la imagen y el sonido, y la fascinante escena final
En contra: su capacidad de hipnosis no tapa sus muchas limitaciones

Calificación **

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