miércoles, 2 de julio de 2014

LA CRÍTICA: New World

Infernal Affairs
A medio camino entre la idea crepuscular y romántica del samurái japonés y el sentido de la acción y la violencia del cine hongkonés, la cinematografía surcoreana ha conseguido desmarcarse de sus compañeros orientales a base de nervio en el desarrollo de sus tramas y de una poesía visual sobrecogedora que convierte una mancha de sangre en una obra de arte.

“New World”, segundo trabajo tras la cámara del guionista de la magnífica “I saw the devil”, Park Hoon-jung, es una de las películas surcoreanas más japonesas y hongkonesas que han podido llegar a nuestras carteleras. Un film de triadas y mafiosos chinos afincados en Corea del Sur, de escaladas de poder y criminales amorales de los bajos fondos, de gánsters y policías que confunden continuamente sus identidades.

De hecho, es tan poco surcoreana que su visionado remite directamente al de una obra cumbre dentro del thriller chino, “Infernal Affairs”, de la que luego se valdría Scorsese para la menor, aunque buena, “Infiltrados”. Aquí también tenemos una red de agentes infiltrados en una familia de mafiosos, de agentes que acaban olvidando su identidad personal en pro de una misión condenada al fracaso. Pero lejos de ser una copia, “New World” aprovecha esta premisa argumental para fundirla con “El Padrino”, y teje una trama de corrupción interna por hacerse con el mando de “la familia”.


Es en su falta de identidad, tan desdibujada como las de sus personajes, donde más se resiente esta película. Del cine japonés toma ese ritmo tan pausado que hace que la cinta repose tanto en sí misma que acaba cansando, algo que se ve afectado por su exceso de duración. De la cinematografía china, la trama en sí misma. Los actores, bien en su mayoría, especialmente la participación de un icono como Choi Min-Sik. Su guión, cuanto menos, es solvente a la hora de dosificar la información, jugando hábilmente con los giros argumentales. Pero una historia como ésta demandaba más nervio en la realización, una impronta mucho más surcoreana, algo de lo que “New World” puede presumir solamente durante sus últimos 40 minutos, cuando decide poner el piloto automático y poner toda la carne en el asador. O en el interior de un ascensor, donde transcurre una de sus escenas más autóctonas. La mejor, sin duda. Y, con todo, sigue siendo una propuesta muy superior a la mayoría de productos similares que nos llegan del otro lado del Atlántico. Si es que en Oriente saben hacer las cosas.


A favor: la escena del ascensor, y su superioridad frente a otras propuestas similares venidas desde Occidente
En contra: su falta de identidad e intensidad, el exceso de metraje

Calificación ***

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