viernes, 16 de mayo de 2014

LA CRÍTICA: Aprendiz de gigoló

Tres son multitud
Suena el “Canadian Sunset” del gran saxofonista y músico de jazz Gene Ammons. Pero esto no es una película de Woody Allen. Tiene una forma de fotografiar los exteriores muy otoñal. Pero no es una película de Woody Allen. Comienza directa al grano, con un diálogo locuaz sobre las relaciones y las posibilidades de negocio. Pero no, sigue sin ser una película de Woody Allen. Y aparece el mismísimo Woody Allen, pero ni aún así es un film suyo.

Pero como si lo fuera. John Turturro, en el que es su quinto trabajo tras las cámaras busca atraer al público alleniano jugando en su primer tramo con las cartas del maestro, para acaba sacándose un as bajo la manga y cambiar las reglas del juego. Ya, en primera instancia, el primer hándicap a superar es la imposibilidad de su argumento. Es difícil creerse a Turturro como el amante perfecto, como un puto totalmente versado en las artes y las letras, que parece saber lo que quieren las mujeres con solo chasquear los dedos. Y que consiga hacerse con una cartera de clientes que cuenta con un trío completado por Sharon Stone y Sofia Vergara, mucho menos.


Si consigues obviar esta imposibilidad, que no es cosa fácil, lo que resulta es una comedia elegante, modesta y con cierto encanto puntual, pero que se queda simplemente en eso. Pese a sus intentos de emular al maestro neoyorquino en delicioso tramo inicial, el encanto se va diluyendo conforme avanza la trama, coincidiendo con el hecho de que Allen se prodiga cada vez menos en pantalla, y de que la historia pega un giro hacia el dramatismo justo en el momento en que Vanessa Paradis, que está correcta en su papel, hace aparición en escena. El conjunto acaba desbalanceado y todos sus intentos de mofa a los estereotipos culturales y sociales de la Nueva York alleniana quedan en el tintero. La sensación es la de película desaprovechada, de historia que podría haber dado más de sí.


Así que lo que nos queda es, precisamente, Woody Allen. El cineasta, aquí actor, es el perfecto contrapunto cómico al soso Turturro, que no resulta demasiado carismático en su rol de latin lover. Él es el alma de esta comedia simpática. “Éste puede ser el comienzo de una bonita relación amorosa… entre los tres”, dice Allen en los minutos finales. No, Woody, en cuanto hace acto de presencia una tercera persona, la propuesta se resiente. Tres son multitud.

A favor: Woody Allen, básicamente
En contra: el momento a partir del cual empieza a aparecer menos Woody Allen

Calificación: **

2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias por mencionarnos en el artículo, compañero. A mí particularmente se me hizo pesada, es un "quiero ser Woody Allen" constante (fotografía, uso de la música, historia) y un "no puedo ser W.A. aún más constante. Graciosa, entretenida a ratos, pero poco más. En cuanto Allen abandona la escena, el conjunto se desploma.

    Un saludo.

    ResponderEliminar