viernes, 11 de abril de 2014

LA CRÍTICA: 9 meses... de condena

¿Dónde está la comedia francesa?
Es indiscutible. Si hubiera que asociar un país y un género cinematográfico concreto, sin duda la comedia sería a Francia lo que el cine de artes marciales a la cinematografía oriental. Al contrario que la localista comedia española, que es de altísimo nivel pero funciona mucho mejor dentro de nuestras fronteras, nuestros vecinos los galos son expertos en una comedia blanca, entendiendo el término en el sentido de que puede ser entendida en prácticamente cualquier país. Una suerte de vodevil que mezcla sabiamente el humor absurdo con la comedia negra e inteligente, y casi siempre para denunciar entre líneas un aspecto de esa sociedad que lo mismo critica a su Sarkozy que a su Hollande. Sin tapujos, sin vergüenza al qué dirán.

Por eso, que una comedia francesa se alce en una edición de sus prestigiosos César con dos premios grandes, actriz y guión, y que además atesore otras nominaciones gordas a película, actor y director, debería ser una garantía de calidad tanto como el éxito que ha cosechado en el país vecino y cómo se ha volcado buena parte del público y la crítica con ella. Otra garantía de calidad es su máximo responsable, el cómico Albert Dupontel, ese que tan buenas sensaciones me produjo con la ya lejana “Bernie”. Eso y un argumento que asegura el lío: una juez bastante estirada y antisocial que de la noche a la mañana descubre que ha quedado embarazada de un asesino “globófago” enfrentado a una importante causa judicial.


Pero qué frustrante es comprobar que o bien el humor francés ha cambiado tanto que ya no reconozco sus señas de identidad, esas que sí están presentes en las comedias de Francis Veber o Dany Boon, o que no tengo el sentido del humor ajustado para captar los gags o la gracia que muchos le han visto a esta cinta. Y no son pocos. Una comedia demasiado ligera, de resolución demasiado rápida, que no aprovecha ni explota su premisa inicial y que no hace justicia a lo que representa realmente la comedia francesa.

“Nueve meses de condena” juega tantas cartas que finalmente no acaba por acertar con ninguna. A ratos juega a ser una comedia políticamente incorrecta, pero se pasa de grosera y acaba siendo grotesca –se supone que deben tener gracia sus escarceos con el slapstick y el gore-. En otros momentos hace uso de líos basados en juegos de palabras, quizá los más logrados de la propuesta. En otros, por supuesto, echa mano de gags visuales de lo más ridículos. Y en última instancia coquetea con la comedia romántica, sin tener en cuenta un importante punto: la pareja protagonista carece de todo tipo de química, y su relación en pantalla es tan fugaz como su escueto metraje de apenas ochenta minutos le permite.


Paradójico que ganase el César a mejor guión, pues éste tiene no pocas lagunas y es lo más flojo de la función, pero sí estoy de acuerdo con que su reparto, y en especial Sandrine Kiberlain, realiza bien su cometido. Aunque me pregunto si no era mejor el trabajo de sus contrincantes, como Léa Seydoux o Emmanuelle Seigner, como para otorgárselo a ella. Y más me pregunto qué le ha visto tanta gente. Al menos siempre nos quedarán los inesperados cameos de personajes como Gaspar Noé, Jean Dujardin –este último bastante hilarante y muy en la línea de Martes y 13- y un tercero que es mejor no desvelar. Aunque no dice nada bueno de ella que lo mejor sea precisamente eso, los cameos.

A favor: los pocos cameos que atesora
En contra: falla en lo más importante, que no tiene gracia
Calificación *1/2

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