viernes, 10 de enero de 2014

LA CRÍTICA: All is Lost (Cuando todo está perdido)

El viejo y el mar
Del bullicio de jungla urbana que se erige formando los edificios de las grandes corporaciones que rigen económicamente nuestras vidas al silencio del océano. Del darwinismo empresarial a la reducción del ser humano a su estado más básico. Pocas veces he visto un cambio de tercio en la filmografía de un cineasta entre su debut y su siguiente trabajo que en el caso de J.C. Chandor. El director ha cambiado la coralidad de su acertada ópera prima por el intimismo y la tranquilidad de poner a un solo actor ante la cámara.

El resultado es “All is Lost”, un salto al vacío para un realizador que tenía la difícil tarea de mantener el tipo tras la sorpresa que supuso “Margin Call”. Una película difícil y en apariencia menos ambiciosa que su predecesora, pero en el fondo más autorreflexiva y complicada. Detrás de sus silencios y tiempos muertos se esconde una mirada contemplativa hacia el hombre, no solamente reduciéndolo a un ser a merced de la madre naturaleza, sino a un individuo que ante la falta total de esperanza se autoengaña implorando una plegaria al cielo para enmendar sus errores, o en el caso que nos ocupa, lanzando una carta de arrepentimiento al mar.


No estamos ante una propuesta fácil. Puede parecerlo ante su premisa argumental, pero Chandor rehúye de diálogos y actores y ofrece una mezcla entre “Gravity” y “La vida de Pi”, pero sin la aparatosidad técnica de la primera ni las ínfulas de espiritualidad de la segunda. Y por esa complejidad, y por tratarse de un segundo trabajo, es una cinta arriesgada y con la que puede costarle a más de uno conectar. A muchos espectadores se les puede hacer lenta y pesada en sus muchos momentos de calma, pero cuando llega su desenlace, y el rayo de esperanza asoma una vez el director nos ha desprovisto de cualquier vía de escape, el sentimiento que te invade es de satisfacción y de alegría por su personaje protagonista.


Suerte que Chandor ha tenido la inteligente idea de reposar la acción sobre los hombros de un clásico vivo del cine, que da aquí una de las interpretaciones de su carrera. Robert Redford está inmenso, comedido y sobrio durante todo el metraje, sin necesidad de sobreactuaciones ni de arrancar a llorar para que nos identifiquemos con su personaje. Más que un recital interpretativo, lo que sorprende de él es el arrojo físico que demuestra para su edad, lo en forma en que se mantiene a sus 77 años. Su presencia, y el buen uso de la música, es todo lo que necesita “All is Lost” para no acabar aburriendo al respetable, en una película extraña, valiente y que se lanza a la deriva sin mirar atrás. Ahora sí, merece la pena seguir de cerca a este director.

A favor: Robert Redford, sin lugar a dudas
En contra: sus silencios y tiempos muertos pueden aburrir a quienes vayan buscando otra cosa

Calificación: ***1/2

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