miércoles, 10 de abril de 2013

LA CRÍTICA: Efectos secundarios

Soderbergh, no te retires nunca
Si Steven Soderbergh hace definitiva algún día esa jubilación anticipada que lleva vendiendo desde hace algún tiempo, el mundo el cine lo va a sentir muchísimo. Porque estamos, posiblemente, ante el cineasta indie más prolífico, elegante y comercial de los últimos veinte años. Y, sobre todo, porque aunque haga una obra menor, siempre resulta interesante ver su nueva propuesta en una filmografía llena de desafíos y poco dada a acomodarse en la industria.

“Efectos secundarios” es una nueva muestra de su adaptación a cualquier terreno cinematográfico, de esa versatilidad de la que lleva haciendo gala desde sus comienzos. Aquí se intuyen sus constantes artísticas, esa luminosa fotografía repleta de sus tonalidades características bajo su inseparable pseudónimo Peter Andrews, ese inteligente uso de la música ambiental con tintes sintéticos que acompaña perfectamente a cada escena, ese reparto repleto de caras conocidas tremendamente correctos en sus papeles –a destacar Rooney Mara, todo un torbellino de estados de ánimo-, ese aire de elegancia en la puesta en escena.


Podría decirse que “Efectos secundarios” es prima lejana de otro trabajo suyo, “Contagio”, por la premisa argumental que aborda. Si allí jugaba con esos pequeños objetos que servían de foco de transmisión de una epidemia a escala mundial, aquí juega directamente a desenfocar a sus personajes, como víctimas de esos efectos secundarios de los fármacos que pretende denunciar el film en su primer tramo. Soderbergh juega con la composición de planos, con el sonido, y sirve su película con una inteligencia en la dirección sublime. Por algo es quien es, y en materia de dirección es un maestro.


El problema del film radica en otro terreno ajeno al director. El guión de Scott Z. Burns comienza bien, durante su primera hora es interesante, atractivo. Pasa del drama a la denuncia farmacológica sin despeinarse. Sin embargo, sus giros argumentales comienzan a jugar en su contra cuando el conjunto deriva en un thriller resultón, pero que deja cierta sensación de déjà vu -¿alguien recuerda “Las dos caras de la verdad”?-, para acabar abrazando el suspense de telefilm de sobremesa en sus últimos veinte minutos. El final feliz se vuelve entonces incluso más incómodo que el de “Contagio”, con la que comparte guionista, y ya solamente nos queda elogiar la realización de un maestro como Soderbergh, que aquí parece haber resumido toda su filmografía, algo que viene confirmando con cada nuevo proyecto. Para él, nunca existirá un producto menor, sino como mínimo trabajo alimenticio y sin pretensiones. Ojalá no se retire nunca.

A favor: Rooney Mara, la pulcra dirección de Soderbergh
En contra: el guión acaba haciendo aguas en su tramo final

Calificación: **1/2

2 comentarios:

  1. Lo que le ha pasado en su tramo final es que todo al final cae por su propio peso y ya no queda ninguna sorpresa. A mi me ha gustado un poco mas que a ti pero muy de acuerdo en la dirección de Soderbergh.

    Un saludo!!

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