lunes, 11 de febrero de 2013

LA CRÍTICA: Gangster Squad

El parque temático de Ruben Fleischer
La historia es ya conocida. De hecho, ya nos la habían contado con anterioridad en el cine. Un mafioso que domina toda una ciudad, a todos los niveles y estratos sociales, que pasa por encima de la ley y la jurisdicción. Un escuadrón dispuesto a capturarle, aunque ello implique rozar la ilegalidad en sus actos.

“Gangster Squad”, tras mil y un problemas de producción y concepción, y también por problemas ajenos a estos dos puntos –es de sobra conocido el retraso en su estreno a causa de la matanza en el cine de Aurora- , llega por fin a las pantallas, y en su acabado final se aprecian esos baches que ha tenido que superar.

Pretende ser una versión moderna de “Los intocables de Eliot Ness”, y se queda en eso, en un mero intento. Son muchos los problemas que la lastran a lo largo de su metraje, pero el más relevante es que su realizador, Ruben Fleischer, no sabe qué tono imprimirle a la cinta. Sus primeros minutos, con la ejecución de un hombre por parte del personaje de Mickey Cohen, están más cercanos a la violencia gráfica del cómic que al cine noir que persigue en otros momentos del relato. Otros, en cambio, se aproximan demasiado al cartoon, al cine de acción con excesos de cámara lenta y a un acabado formal que abusa del formato digital cual Michael Mann. Pero Fleischer queda anulado como cineasta y está de lejos del clasicismo de Mann o de la habilidad para coreografiar escenas de Brian de Palma. El guión de Will Beall no es que ayude demasiado, y es tan plano como el de un film de “Transformers”, pero sin la dosis de espectáculo ensordecedor de Michael Bay, y con un sentido del humor sin gracia.


Así que, en una propuesta así, en la que el cast es lo que más puede llamar la atención, es de esperar que al menos sus actores estén a la altura. Y en esto tampoco lo consigue. Sean Penn acaba pareciendo una triste caricatura, puro cartoon al borde de la sobreactuación, un villano arquetípico con un maquillaje chanante que parece sacado del “Dick Tracy” de Warren Beatty. Incluso unas veces parece más maquillado que otras. Ryan Gosling cree que con repetir sus tics habituales, poner cara de palo y bajarse el sombrero mientras se fuma un cigarrillo tiene el terreno allanado. Su expresión es la de alguien que no quiere estar ahí. Emma Stone queda como simple chica florero, y carece del poder de seducción de la femme fatale del noir que la película persigue. Su relación con Gosling carece de química, al igual que la de la brigada que da título a la cinta. Solamente en Josh Brolin y, especialmente, un Robert Patrick que parece sacado de un western, encontramos la salvación, pues el resto está de paso. Eso sí, sus personajes están igualmente desdibujados.


Mérito enorme el de Fleischer, eso sí, el hacer que su metraje se pase en un suspiro, que al menos el conjunto se haga entretenido. Todo gracias a su reconversión del cine negro en un gran parque de atracciones como aquel en que los protagonistas de su “Zombieland” huían de una horda de voraces muertos vivientes. Pura pirotecnia que no esconde sus muchas carencias, pero que al menos hace pasar el rato. Algo es algo.

A favor: el crepuscular personaje de Robert Patrick
En contra: la falta de química de sus intérpretes, el guión y que su realizador no sabe exactamente lo que quiere
Calificación: *1/2

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