sábado, 12 de mayo de 2012

LA CRÍTICA: Shevernatze

Interesante el punto de partida de esta ópera prima de Pablo Palazón, tanto como el hecho de que ha sido financiada con capital propio, sin ayudas externas de una industria en la que entrar no es fácil sin pasar por el aro. Un profesor de autoescuela decide emprender un viaje marcha atrás con su coche rumbo a Ávila por amor, encontrándose por el camino con un grupo de personajes de lo más variopinto, relacionados unos con otros mediante un nexo de unión mucho más fuerte y poderoso de lo que imaginan.

Dicho así, podría parecer una road movie al uso. Y sí, de road movie tiene mucho, pero de típica no tiene nada. Palazón ha preferido no sucumbir a los arquetipos de este tipo de películas y la prometedora premisa de la película no es más que un pretexto para sorprender al espectador a través de unas situaciones y personajes de lo más inesperados. Nada en “Shevernatze” es previsible, y los giros de guión aumentan conforme su ajustado metraje avanza.

Y es precisamente esta capacidad de sorpresa lo que puede desubicar a más de uno. Por encima de todo, lo que aquí priman son los personajes y las situaciones que protagonizan, muy bien hilvanados por el magnífico guión de Palazón y Carlos Yuste. Un guión que tiene hueco para la comedia, el amor, la esperanza, el suspense –magnífico McGuffin hitchcockiano el del hombre bomba siendo parado por los guardias, que evita que pensemos en a quién buscan realmente- y por el destino, materializado por ese imprescindible grito de guerra que compone su propio título. Unos personajes estrafalarios –el asesino en serie quizá sea el que más descoloca de todos- que protagonizan momentos de lo más surrealista y excéntrico, más en la línea de Kusturica que del costumbrismo patrio de Berlanga y compañía, que a algunos podrán resultarle ridículos, pero que tienen una razón de ser en ese universo que el cineasta ha presentado en su puesta de largo. Y es que si algo demuestra ante todo es su enorme capacidad para concebir pequeños relatos, como el programa de radio omnipresente durante toda la cinta.


Cómo no, no sería posible sin un reparto en estado de gracia. El gran Saturnino García y la prometedora Melani Olivares –cómo necesita urgentemente esta chica demostrar todo lo que vale fuera del personaje televisivo que le ha dado la fama- acompañan al rey de la función, el genial Jesús Noguera, en esta peli de carretera nada convencional y sorprendente a la que no todos le pillarán el punto. Los que sí lo hagan, encontrarán un nuevo término que defina esos instantes en los que las coincidencias se confunden con el destino. Porque sí, todo es posible en este mundo de aparentes casualidades, incluso encontrarnos a nuestro vecino en Helsinki.


A favor: unos personajes y situaciones mimadas, propias, salidos de un excelente contador de pequeñas historias
En contra: su propio surrealismo y su carácter estrafalario pueden no convencer a muchos

Calificación: ***1/2

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